Una reunión ocurrida la semana pasada en la Casa Blanca entre Donald Trump, el poderoso ministro de Relaciones Exteriores de Rusia, Sergey Lavrov, y el embajador de esa potencia en Washington, Sergei Kislyak, desencadenó tal vez el escándalo más grave de la novata presidencia de Donald Trump.

El Presidente, según publicó en una primicia de impacto mundial el diario The Washington Post, no tuvo mejor idea que compartir con los funcionarios rusos información "altamente clasificada" sobre el grupo extremista ISIS. Con un agravante: La información fue suministrada a la administración republicana por el servicio de inteligencia de un país aliado, cuyos activos ahora quedaron expuestos ante los rusos.

La información era de hecho tan sensible que algunos detalles no habían sido revelados ni siquiera a países aliados de Estados Unidos, ni a funcionarios de seguridad al interior del gobierno estadounidense.

"Reveló más información al embajador ruso de la que hemos compartido con nuestros propios aliados", dijo desolada una de las fuentes al periódico.

La situación es gravísima porque si bien Estados Unidos y Rusia comparten el objetivo de destruir a ISIS, tiene un enfrentamiento abierto sobre la política a seguir en Siria. Mientras Rusia e Irán apoyan el régimen de Bashar al-Assad. Se trata de una disputa muy delicada, en medio de enfrentamientos cruzados sobre el terreno.

Las fuentes consultada por el Washington Post confirmaron que los rusos acaso puedan detectar gracias a la información que les suministró Trump, la actividad de servicios de inteligencia de países aliados de Estados Unidos en la región para "terminarlos".

"Tengo gran inteligencia, tengo gente que me trae grandes datos de inteligencia cada día", fanfarroneó Trump frente a los rusos, según consigna el diario. Los secretos compartidos son de nivel "code-word", uno de los más altos en la inteligencia norteamericana. Según el diario para todas las fuentes consultadas en Washington, compartir esa clase de información con una potencia rival como Rusia es un delito.

La revelación agrava además la tortuoso relación de Trump con la CIA y otras agencias de la comunidad de inteligencia de Estados Unidos, a quien el presidente considera como uno de los orígenes de las "filtraciones" sobre su administración, que le causan tanto malhumor.

White House

Con un agravante. La revelación surge cuando Trump enfrenta una creciente presión legal y política en múltiples frentes relacionados con los nexos de su campaña con el gobierno de Rusia. La semana pasada, despidió al director del FBI, James B. Comey, en medio de una investigación del buró sobre los vínculos entre la campaña de Trump y Moscú.

La posterior admisión de Trump de que su decisión fue impulsada por "ese asunto de Rusia" fue vista por los críticos como un intento de obstrucción de la justicia. Este escándalo ya lo había golpeado fuerte cuando tuvo que echar a su consejero de Seguridad Nacional, Michel Flynn, por aceptar dinero de los rusos y mentir al respecto.

Con un agravante: En el centro de ese escándalo y otros que golpean a prominentes miembros de su gobierno como el procurador Jeff Session o su yerno Jared Kushner, aparece la figura del embajador Kislyak, que estuvo presente en la reunión donde Trump filtró información altamente clasificada.

Incluso, se permitió el acceso al Salón Oval de fotógrafos y camarógrafos de la agencia de noticias estatal rusa Tass, pero se impidió que ingresen miembros de medios norteamericanos.

Una vez que estalló el escándalo, el nuevo asesor de Seguridad Nacional, HR McMaster, tuvo que enfrentar los medios este lunes para negar que Trump haya vulnerado secretos sensibles de inteligencia.

"El presidente y el ministro de Relaciones Exteriores [ruso] revisaron las amenazas en común de las organizaciones terroristas para incluir las amenazas a la aviación, Trump no reveló ninguna operación militar que no fuera públicamente conocida", dijo HR McMaster, que participó en la reunión con lavrov.

Una de las fuentes de The Washington Post concluyó que el comportamiento del presidente es "temerario" pues "parece no tener consciencia de la magnitud de las cosas con las que está lidiando, especialmente cuando se trata de la inteligencia y la seguridad nacional".