Las horas entre la madrugada del domingo post elección y el viaje presidencial a Guatemala arrojaron múltiples señales e indicios sobre cómo Los Pinos procesó los resultados. Entornistas VIP relatan que en un momento de la noche un funcionario atinó a emitir algún tipo de festejo por la ventaja de Alfredo Del Mazo y fue congelado en el acto por Enrique Peña Nieto. El mandatario dijo que si se consideraban los recursos invertidos en la contienda, no había ningún motivo de celebración.
El presidente asimiló que la otrora maquinaria electoral más potente del país da claras señales de haber ingresado en su fase final. Revisar los resultados de las últimas tres elecciones que coronaron a Eruviel Ávila y antes a él mismo, arroja esa conclusión ineludible: en 2018 la estructura ya podría quedar obsoleta para asegurar un triunfo.
Ya en la noche del domingo Peña señalaba con insistencia el dato que le pasaron desde la Segob que da cuenta de la cantidad de votos que Andrés Manuel López Obrador volvió a registrar en esta nueva ronda electoral. Al igual que en 2016 y 2015, Morena no gana gobernaturas pero su caudal no detiene el crecimiento.
Y es bajo esa óptica que el mandatario vuelve a hablar a su círculo primario de un renovado "Pacto por México". Esta vez no asociado al lanzamiento de reformas estructurales, sino más bien para sostener su puesta en marcha. Mantener el legado del sexenio.
Quienes lo escuchaban, no salían de su asombro, pues la traducción electoral en 2018 de esto es un frente amplio que aglutine al PRI, PAN, PRD, Verde y Panal. Que de allí emerja el candidato del sistema que desafíe al antisistema encarnado en Morena. El slogan ya esta hecho: "Una coalición para no volver al pasado". El factor tiempo es más taquillero en Los Pinos que la geografía (comparaciones con Venezuela o Cuba).
En las últimas semanas el triunfo de Emanuel Macron puso de moda a Francia en el circuito político y empresarial mexicano pero el mandatario tiene la atención más enfocada en el modelo alemán, que favorece estas alianzas pero sin una segunda vuelta.
El problema de esta tesis, deslizan en el gabinete, es que es muy difícil que PAN y PRD acepten un pacto de corte electoral, pensado para una elección. Ambas formaciones quedarían anuladas en su crítica al PRI que es lo que les tracciona votos. El Pacto por México original fue netamente programático y no concebido en términos de voto.
Sumar al PRI a una formación amplia es agregar los casos de corrupción, los problemas económicos, los de seguridad y la baja aceptación de la actual administración. En términos discursivos, el efecto sería realmente nocivo.
La respuesta a esta interpretación viene desde el territorio: aún declinante, la capacidad electoral del PRI, su operación política y su despliegue mediático sigue siendo fuerte y está demostrado en el Edomex y en Coahuila.
A esto se suma otro concepto de la madrugada del domingo: la elección del año que viene ya tiene su matríz definida. Es el sistema contra el antisistema. Y el sistema no puede darse el lujo de dividirse. En cambio debe, desde ya, analizar cómo se hace para fragmentar al voto del malestar y el descontento.
