El escándalo del espionaje político revelado por The New York está generando diferentes movimientos al interior de Morena. La primera reacción fue comenzar a buscar indicios de espionaje sobre los celulares de sus principales figuras. Luego el tema fue más allá y en el entorno de Alfonso Romo comenzaron a señalar que independientemente de la situación del Gobierno, se debería señalar a los intereses empresariales de la trama que ayer motivó una respuesta de Enrique Peña Nieto.

En el equipo de asesores de AMLO se menciona que el caso debería aprovecharse para señalar el supuesto estado de descontrol que existe en los servicios de inteligencia manejados por grandes corporaciones. En ese brainstorming afloran nombres como Genero García Luna, que sería uno de los asesores de Carlos Slim y quien compraba equipos de espionaje para el gobierno de Felipe Calderón y que luego estos fueron legados a la administración de Peña.

Además de Slim, se señalan otras grandes empresas mexicanas que tienen robustos equipos de inteligencia, casi todos armados por ex funcionarios del Cisen, de la Sedena o de la Policía Federal.  Este sería el costado de la historia que falta en el NYT, o al menos así o ven en Morena.

Sin embargo, en su mensaje sobre el tema, AMLO se enfocó directamente en el Gobierno y omitió referencia alguna al espionaje corporativo a pesar de que esta era la recomendación de parte de su entorno.

El ex jefe de gobierno se mantiene de este modo en su postura histórica de no atacar directamente a Carlos Slim, que nunca aparece en sus diatribas habituales contra hombres de negocios como Claudio X. González o José Antonio Fernández.