Miguel Barbosa decidió dejar el PRD después de haber peleado por la coordinación de la bancada en el Senado durante algunas semanas. La jugada salió como la había planeado, pues la mayoría de sus compañeros terminó abandonando el grupo parlamentario. El daño estaba hecho y el Sol Azteca quedaba debilitado en la Cámara Alta.

Pero su paso hacia Morena tuvo además un correlato electoral que por supuesto se intentó negar: la intención de Barbosa de pelear la gubernatura de Puebla en 2018. Sus intenciones son públicas desde 2016, cuando intentó bloquear -con éxito- una reedición de la alianza PAN-PRD en ese territorio.

Barbosa creía que seguir apoyando a los delfines de Rafael Moreno Valle -en esa oportunidad a Antonio Galli- no le permitiría llegar al poder poblano, que seguiría en manos de la familia del entonces gobernador. Ya era por todos sabido que para 2018 la jugada era colocar a su esposa, Martha Erika Alonso.

Ya desde las filas de Morena y trabajando para la tercera candidatura presidencial de Andrés Manuel López Obrador, Barbosa ahora utiliza a los players que todavía le responden desde el Sol Azteca para trabar el Frente Opositor que PAN y PRD quieren construir hacia 2018.

Así se explican las posturas en contra de Margarita Guillaumin y Rey Morales en la votación del domingo en el CEN. "Margarita y Rey son del FIP o MIZ como se llama ahora. Y votaron junto a los otros tres secretarios que responden a Bejarano", explicó un militante a La Política Online.

Según pudo saber este medio, la preocupación de Barbosa es la misma de hace un año: la conformación de un frente opositor en el plano nacional dejaría el camino libre para volver a conformar una gran alianza en Puebla, como le gusta a Moreno Valle.

En sus equipos consideran que si se vuelve a unir el PRD con el PAN, y no con Morena, en Puebla le será muy difícil pelear la gubernatura. Ya arrancaría con mucha desventaja en cuanto a la estructura.