Finalmente el gobierno federal decidió que el jefe del Cisen Eugenio Imaz declare ante la Comisión Bicameral de Seguridad Nacional por el escándalo del espionaje político revelado por el NYT. Este es el dato más crucial de la reunión que tuvo esa comisión ayer jueves. Se trata de una de las pocas entidades legislativas donde la oposición es mayoría.

 Las determinaciones fueron aprobadas por unanimidad y entre ellas figura citar a todos los funcionarios involucrados, pedir información a diferentes dependencias y hacer una propuesta de iniciativa de ley que será girada al Ejecutivo.

La clave pasa por los plazos y los tiempos. Imaz así como también Raúl Cervantes o Miguel Ángel Osorio Chong podría haber declarado la semana que viene y de poco habría servido porque el material para interpelarlos hubiera sido insuficiente. Un movimiento mediático más que otra cosa. Por eso para la comisión que preside el perredista Waldo Fernández resultaba elemental avalar que se entregara información.

Imaz, una posición directa de Miguel Ángel Osorio Chong, no apareció ni cuando fue la crisis por la desaparición de los normalistas de Ayotzinapa ni cuando el Chapo Guzmán se fugó de su cautiverio mientras era vigilado por efectivos del Cisen. Ha ocupado cargos de peso en la política de Hidalgo, fue funcionario en la embajada mexicana de Canadá y ahora dirige el espionaje mexicano con un perfil subterráneo debido a complicaciones de salud. 

Hacerlo declarar a puertas cerradas ante dicha comisión es el salvoconducto de mediano plazo de Los Pinos ante un escándalo que golpea a Enrique Peña Nieto especialmente fuera del país. La respuesta más inmediata ya tuvo lugar: habilitar la intervención del FBI.