El trumpcare está out, después que dos senadores confirmaran su oposición a la propuesta de salud que originalmente salió de la Asamblea de Representantes, y que después fue modificada por Mitch McConnell, lÃder de los republicanos en el Senado, y otro puñado de senadores.
De ser aprobada, la American Healthcare Act -su nombre oficial- dejarÃa sin cobertura de salud a alrededor de 20 millones de personas en los próximos diez años, mientras que otorgarÃa recortes fiscales por 600 mil millones de dólares a los ciudadanos más ricos de Estados Unidos.
Con el anuncio de ayer de los senadores Mike Lee de Utah y Jerry Moran de Kansas, ya serÃan cuatro los que se oponen a la propuesta republicana. Rand Paul, el libertario conservador de Kentucky, y Susan Collins de Maine, ya se habÃan pronunciado en contra de la ley.
Un fracaso estrepitoso. El lÃder McConnell podÃa perder únicamente a dos de sus senadores para aprobar la ley con 50 votos y el voto del desempate lo hubiera otorgado el vicepresidente Mike Pence. Pero ni siquiera llegaron a ese escenario agónico.
La votación se retrasó porque el senador John McCain, un vocal opositor a las polÃticas de Donald Trump, tuvo una intervención quirúrgica el fin de semana y no podÃa asistir al Senado, lo que en parte contribuyó a que se solidificara la oposición a la propuesta de McConnell.
Hoy Donald Trump, quien no ha podido embolsar un solo triunfo legislativo desde que tomó posesión hace seis meses, mostró su frustración en Twitter, donde sugirió que los senadores republicanos deberÃan entonces concentrarse en lanzar una propuesta que únicamente repeliera Obamacare y no ofreciera ningún sustituto, lo que forzarÃa a los demócratas a "unirse" en la formulación de un nuevo plan.
Además de descabellada y cruel, la sugerencia del presidente es también absurda, ya que la actual propuesta de los republicanos fue redactada en el absoluto secreto por McConnell y una decena de personas más. Ningún demócrata fue invitado a revisar o sugerir cambios. Jamás se debatió en comisiones ni en el pleno de la cámara de alta.
Los republicanos sabÃan que se trataba de la ley más impopular de la que se tenga memoria. Como es bien sabido, bloquear un beneficio para la población es relativamente fácil, pero retirar uno que ya existe es casi imposible. Desde que se supo cuál era el plan de Trump y sus legisladores, inmediatamente nació una fuerte oposición de votantes de ambos partidos que protestaron el recorte a sus beneficios de salud.
La otra sugerencia de Trump es permitir que los mercados de aseguradores creadas por Obamacare colapsen y el legislativo se vea forzado a armar un plan alternativo. Bajo la Affordable Care Act de Obama, las compañÃas aseguradoras tienen prohibido rechazar o cobrar más a aquellos pacientes que tengan las llamadas "condiciones preexistentes", es decir, que sufran alguna enfermedad o condición que los haga asegurados de alto riesgo.
Sin embargo, para hacer atractivo el mercado, la ley de Obama contempla financiamiento federal de miles de millones de dólares para subsidiar a las compañÃas aseguradoras. Trump está amenazando con retirar estos fondos y permitir que los mercados colapsen y la gente se quede sin aseguradoras en sus estados a las cuales suscribirse.
Pero el sueño de repeler Obamacare sin reemplazarla por algo mejor, rápidamente llegó a su fin. Tres senadoras republicanas de estados que se verÃan severamente afectados con la desaparición de Obamacare, rápidamente se pronunciaron en contra de acabar con la ACA sin ofrecer un sustituto.
"No vine a Washington a lastimar a la gente", declaró la senadora de West Virginia Shelley Moore Capito. "Sólo votaré a favor de repeler cuando tenga la confianza que hay un plan de reemplazo que aborde mis preocupaciones".
Mientras que la senadora Susan Collins de Maine, estado que atraviesa por una seria crisis de adicción a los opioides y en el que lo recortes al seguro público Medicare podrÃa cobrar miles de vidas, dijo que "repeler sin reemplazar generarÃa gran incertidumbre para individuos que dependen de la ACA y causarÃa más caos en los mercados de las aseguradoras".
Trump, mientras tanto, se enfrenta a otro fracaso doméstico, y aunque su base sigue apoyándolo, los independientes pierden cada vez más la fe. Esta semana alcanzó el honor de ser el presidente (con seis meses en el cargo) más impopular en la historia de Estados Unidos, rayando en algunas encuestas el 36% de aprobación.
El magnate se apresuró en culpar a los demócratas por este nuevo fracaso en el legislativo: "Fuimos decepcionado por todos los demócratas y algunos republicanos. La mayorÃa de republicanos fueron leales, maravillosos y trabajaron muy duro. ¡Regresaremos!".
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