Está fuerte la intriga al interior del CEN del PRI. Claudia Ruiz Massieu está molesta con el poder que está adquiriendo el ex procurador Jesús Murillo Karam en la organización de la Asamblea Nacional dispuesta para agosto.
La ex titular de Relaciones Exteriores no se explica cómo un funcionario que salió de la PGR en el descrédito absoluto por el desastre de Ayotzinapa ahora reaparece en una situación de tal centralidad.
Murillo Karam se pasa el dÃa hablando con gobernadores, les promete a senadores del PRI encuentros a solas con Enrique Peña Nieto y presume de tener un lugar decisivo en el armado de las candidaturas. A Ruiz Massieu en cambio la están relegando a cuestiones logÃsticas, situación que no termina de aceptar.
Es entendible: pasó de proyectarse como la posible reemplazante de Enrique Ochoa tras una potencial debacle del Edomex -escenario que finalmente no ocurrió, como intuÃan otros del tricolor, por ejemplo José Calzada- a decidir cuestiones por demás accesorias de una Asamblea en la que además podrÃa existir una ruptura.
Hay otra cuestión de fondo que no pasa inadvertida. Ruiz Massieu es de la idea de habilitar una contienda abierta por la candidatura presidencial de modo de retirar la decisión final del microclima de Los Pinos. En ese aspecto está más cerca de Ivonne Ortega y compañÃa.
Coahuila es otro foco de conflicto porque mientras Ruiz Massieu planificó la defensa legal de la elección que dejó en ganador a Miguel Riquelme, Murillo circula en diferentes comederos polÃticos para señalar que lo mejor serÃa entregar el estado al panismo. Una frase que encierra tensiones inconfesables entre el ex procurador y el clan Moreira.
Enrique Ochoa guarda un cuidadoso equilibrio y multiplica sus encuentros a fin de saber cuál será la trayectoria de una asamblea que, una vez más, no encuentra al PRI encaminado a un triunfo. Al menos por ahora, claro.
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