Donald Trump redobló sus comentarios del sábado y rechazó sentirse arrepentido de haber culpado a ambos bandos por la violencia desatada en Charlottesville, Virginia. Desde el lobby de la Trump Tower en Manhattan, el presidente sostuvo una conferencia de prensa con el pool de medios presidencial en el que se vio forzado a hablar de la controversia que provocó el sábado después de la trágica muerte de una mujer que se manifestaba en contra de los racistas.
La conferencia originalmente serÃa para hablar del plan de infraestructura que el presidente tiene planeado pasar por el Congreso cuando regresen del receso, sin embargo, ante la insistencia de los reporteros, Trump tuvo que hablar de los enfrentamientos en Chartolettesville, y particularmente de sus declaraciones que fueron recibidas tanto por republicanos como por demócratas como insuficientes, tibias, y hasta cómplices del movimiento de odio que tomó la ciudad universitaria.
Ante la presión de la opinión pública y la clase polÃtica y, probablemente, sus propios asesores, Trump ayer finalmente volvió a hablar del asunto y se animó a condenar abiertamente al "KKK, neonazis, supremacistas blancos" y cualquier otro grupo de odio.
Sin embargo, hoy un Trump aguerrido retomó su discurso original y aseguró que no habÃa nada de malo en su primera declaración. "Creo que hay culpa en los dos bandos, y no me queda duda de eso", insistió el presidente, replicando la ambigüedad de sus comentarios del fin de semana.
Trump repitió una y otra vez que no sus comentarios del sábado habÃan sido construidos con la poca información que existÃa en ese momento y que "no habÃa forma de hacer un discurso correcto tan pronto", dijo.
"Necesitaba conoces los hechos, a diferencia de muchos reporteros", aseguró, acusando a "muchos" de los presentes de no investigar bien antes de publicar una historia.
Aunque calificó al culpable de la muerte de una mujer de ser un "asesino" o "terrorista", Trump defendió a un sector de los que marchaban con los supremacistas:
"HabÃa gente en ese grupo que estaban protestando el retiro de lo que, para ellos, es una estatua muy, muy importante" justificó el presidente.
La intención original de la marcha de supremacistas era manifestarse contra la decisión del gobierno local de quitar la estatua del general Robert E. Lee de una plaza en la pequeña ciudad. Lee fue el lÃder del ejército confederado que se enfrentó a las fuerzas federales de Abraham Lincoln para defender el derecho a mantener esclavos.
Para entender el contexto del debate, en los últimos años gobiernos en estados sureños han ordenado retiró de estatuas erigidas a los lÃderes del bando confederado por considerarlas un monumento al racismo. Esto ha provocado protestas de grupos de neonazis y supremacistas blancos quienes, bajo el argumento de "quieren borrar la historia", defienden la existencia de las estatuas.
Trump, resulta increÃble, utilizó justo ese argumento para defender a los neonazis que marcharon el sábado, muchos de ellos armados con rifles semiautomáticos y disfrazados de soldados; o portando escudos con la suástica nazi y otros sÃmbolos racistas. De acuerdo con el presidente, muchos de los participantes eran gente buena y no neonazis.
Aún más sorprendente, Trump cuestionó el retiro mismo del monumento al general que defendió el derecho de tener esclavos y costó la vida de millones de norteamericanos en la Guerra Civil.
"¿Qué sigue?", cuestionó el presidente, "¿[las estatuas de] George Washington, de Thomas Jefferson?". Es decir, Trump comparó al general esclavista que se opuso al presidente Lincoln y su declaración de emancipación, la que liberó a millones de esclavos negros de sus amos en el sur de Estados Unidos, con Washington, el primer presidente de su nación.
Trump volvió a condenar a los racistas, pero matizó diciendo que habÃa mucha violencia del otro bando, y utilizó un término acuñado por medios de la ultra derecha: se refirió a quienes protestaron contra los neonazis como la "alt-left". A diferencia de la alt-right, que es un término inventado por los miembros de ese movimiento, en concreto el racista Richard Spencer; la alt-left no existe, es sólo un término inventado para humillar a cierto sector de la izquierda.
"¿Qué hay de la alt-left que llegaron a embestir a la alt-right [en la marcha]?", cuestionó Trump. "¿Ellos no tienen ninguna responsabilidad? Llegaron con palos en las manos, atacando".
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