La decisión de la administración de Donald Trump de poner el tema laboral en el centro de la renegociación del TLCAN no es casual: Responde a una presión directa de las principales centrales sindicales de Estados Unidos sobre la administración del republicano, que cuenta a la masa de trabajadores blancos como uno de los pilares de su base electoral.

Así lo confirmó Richard Trumka, presidente del AFL-CIO, una de las más importantes asociaciones sindicales de los Estados Unidos, al afirmar que: "Necesitamos reemplazar los beneficios para unos pocos con un acuerdo justo que eleve los salarios y detenga las deslocalizaciones".

La declaración de Padula fue repetida de manera casi textual por Robert Lighthizer, negociador principal de Trump para el TLCAN, quien en su primera presentación al abrirse esta semana las negociaciones en Washington, dijo que el tratado "le ha fallado a millones de estadounidenses" e insistió revisar los esquemas salariales.

El gobierno de Trump puede usar la oportunidad de renegociar el TLCAN para favorecer a las familias trabajadoras o inclinar aún mas las normas a favor de las empresas, advirtió Trumka.

Siguiendo con ésta línea, Trumka señaló que el gobierno de Trump tiene frente a la renegociación del TLCAN, dos opciones: "Puede usar esta oportunidad para favorecer a las familias trabajadoras o puede inclinar aún más las normas a favor de las empresas y los ejecutivos".

En contraposición, la presión de la industria y de los empresarios estadounidenses fue la que intentó suavizar la posición de Washington en los últimos meses, como confirmó a LPO en exclusiva el ascendente representante demócrata de Texas, Henrry Cuellar. El éxito de esa presión fue de moderado a decepcionante.

Una realidad que confirmó la calificadora Moody's, que ya había hecho notar su escepticismo con respecto a la transición de un discurso agresivo en la campaña a uno más conciliador en la Casa Blanca. Así lo señaló Jaime Reusche, vicepresidente de la empresa, al afirmar: "Hemos visto los cambios como un alejamiento de la retórica de la campaña, pero los consideramos relativamente modestos".

Robert Lighthizer, el negociador norteamericano.

Washington Times

La producción manufacturera de Estados Unidos está estrechamente ligada con la manufactura mexicana, las cuales están integradas a través de cadenas internacionales de producción. En este sentido, según el economista Jaime Ros, una mejora en la evolución de la industria estadounidense tendría efectos positivos sobre la industria mexicana, impactando positivamente en el empleo global.

No obstante, el aumento de los costos laborales para México, como consecuencia de aplicar más regulaciones laborales y medioambientales, tendría un efecto negativo sobre el mercado de trabajo al desincentivar la instalación de industrias en el país.

La tasa de desocupación de México bajó del 4,4% al 3,9% en el último año y aumentaron las horas trabajadas. Si Estados Unidos logra endurecer los costes laborales, se verían afectados los niveles de empleo.

Al mismo tiempo, un cambio en las condiciones de competitividad comercial incentivadas por una depreciación real del dólar tendría su impacto en el mercado laboral mexicano al hacer que el capital sea relativamente más barato que el trabajo. Lo que incentivará el uso de técnicas de producción menos intensivas en mano de obra.

"Una depreciación real del peso reduce el precio del trabajo en moneda extranjera, eleva el precio relativo de los bienes de capital (especialmente si son importados) y de los insumos importados. La consecuencia de estos cambios en precios relativos es elevar la intensidad de trabajo, especialmente en los sectores de bienes comerciables a través tanto de la adopción de técnicas más intensivas en mano de obra como a través de la reasignación de fuerza laboral e inversiones hacia los sectores de comerciables más intensivos en trabajo. En ambos escenarios la relación empleo/producto aumenta como ha sucedido en México en el pasado reciente", explicó el economista.

En este sentido, se destaca que la tasa de desocupación en México descendió a 3.9% en el año 2016 con respecto al año 2015, momento en el que se ubicaba en un 4.4%. Asimismo, la cantidad de horas trabajadas entre los períodos 2012-2014 y 2014-2016 aumento de 5.1 a 5.2, lo que refuerza la tesis de Ros de una aplicación más generalizada de técnicas trabajo intensivas y una migración de las actividades económicas hacia sectores mano de obra intensivos.

En suma, dada la actitud explicita de los Estados Unidos de lograr un aumento del empleo y mejorar el déficit comercial, México podría verse afectado deteriorándose los niveles de empleo.