Mañana viernes se iniciará un cambio de época en el Grupo Prisa, uno de los holdings de medios más influyentes del mundo. Después de décadas de ser el hombre más poderoso de ese emporio, Juan Luis CebrÃan dejará el mando a Javier Monzón que es un ejecutivo de plena confianza de la familia BotÃn, propietaria del Banco Santander. El cambio se da cuando esta entidad, junto a Telefónica y Caixa planifican una ampliación de capital para reformular la empresa y salir a su rescate.
Todo este relato tiene su correlato en México porque ni bien se precipitó la salida de CebrÃan, adelantada por el portal El Confidencial, comenzaron a moverse piezas en el Consejo. César Alierta, ex presidente de Telefónica y buen amigo de Enrique Peña Nieto, anunció su intención de adquirir un 13% de Prisa y junto a Roberto Alcántara (empresario mexicano, accionista y también amigo de Peña) promover como nuevo presidente a Manuel Pizarro, consejero en Telefónica durante la era Alierta y hombre fuerte de Endesa en España.
Alcántara y Alierta se vislumbraban como los nuevos hombres fuertes de Prisa apoyados por un fondo armenio pero la familia BotÃn fue más fuerte. Por eso Monzón será el elegido para sanear un holding con una deuda que ronda los 1500 millones de euros. A este emporio podrÃa ingresar como consejero Peña Nieto una vez cerrado su capÃtulo en Los Pinos.
Junto a la familia Polanco (dueños de Santillana y fundadores de El PaÃs), CebrÃan se convirtió en el ejecutivo más influyente de Prisa. Dirigió periódicos, canales de TV y estaciones de radio. Se convirtió en una figura global con una formación y una experiencia muy diferente a la de hombres como Rupert Murdoch (News Corp), Roberto Marinho (Globo), Urbano Cairo (RSC) o el propio Emilio Azcárraga. Todos ellos fueron empresarios desde el principio. Cebrián es un periodista adaptado a hombre de negocios.
Llegó a presidente de Prisa en medio de dos situaciones que habrÃan de marcar su destino: el cambio digital y la monumental crisis económica que derrumbó a la economÃa ibérica en la primera década del siglo XXI.
Quien se fogueó como periodista de polÃtica en la agitada transición española se descubrió en la cima de un grupo cuyo prestigio ayudó a levantar pero que le fue en extremo difÃcil sostener desde lo financiero. Debió lidiar con poderosos banqueros y fondos como accionistas en una desesperada carrera por reducir un pasivo valuado en 6000 millones de euros.
Ese pasivo se cimentó en decisiones que ahora, vistas a lo lejos, implicaron un fracaso monumental. CebrÃan embarcó a Prisa en el negocio de Sogecable por el cual el holding debió pagar 3000 millones de euros. De este modo llegó tarde al negocio del cableado y de los contenidos de TV de paga (que tuvo su furor en los 90 y primeros años del 2000) y debió vender esas participaciones a Mediaset y a Telefónica por mucho menos de lo que pagó.
Pagó 150 millones de euros para entrar al mercado de Portugal y tras diez años nunca ha logrado una posición dominante en ese paÃs. Compró radios en toda América Latina y creó el holding Unión Radio encontrando un relativo éxito empresario solo en México dónde está asociado a Televisa.
Intentar vender Santillana fue su último paso en falso. Es la joya de la corona y el único negocio que rinde utilidades porque a lo largo de América Latina domina el negocio de los libros escolares y ha logrado penetrar con éxito en EU y otras latitudes. El único negocio en el cual Cebrián nunca fue protagonista. Esto lo enfrentó con los Polanco y demás accionistas y precipitó su salida que será oficial mañana viernes.
Cuentan las historias que en uno de sus primeros viajes a México como presidente de Prisa coincidió con Ricardo Salinas Pliego. El mexicano le propuso ir a comer a lo cual CebrÃan replicó: "cuando voy a otros paÃses como con presidente, no con competidores". A ese nivel se movÃa quien desde la mañana dejará de conducir los destinos de Prisa.
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