Cuando el procurador de Nuevo León Bernardo González Garza se postuló para reemplazar a Roberto Flores les dijo a los diputados que su idea era estar en la Procuraduría solo un tiempo y que no buscaría el pase para ser fiscal general ya con el nuevo Sistema Nacional Anticorrupción. Pero ahora González Garza cambió de idea y eso es lo que no le estaría perdonando la bancada panista comandada por Arturo Salinas.

El procurador de Jaime Rodríguez Calderón busca apoyos en diferentes bloques legislativos para ser fiscal general del Estado  y cabildea incluso en distintos niveles del empresariado. El bloque del PRI podría apoyarlo pero se requiere si o si del apoyo de la bancada panista.

En agosto, en un foro en Querétaro González Garza presumió que la dependencia a su cargo ha dado excelentes resultados. Por esas fechas ya comenzaba su discreto lobby para ser confirmado como fiscal. En ese evento no dio cifras y se sentó al lado del procurador general de ese entonces, Raúl Cervantes.

El comentario en el Palacio de Cantera es que si bien el procurador tiene el apoyo del Bronco, el cargo de fiscal también le ha sido ofrecido en dos ocasiones al alcalde de Monterrey Adrián de la Garza, que fue procurador en el sexenio de Rodrigo Medina en el pico de la violencia en la entidad.

El alcalde tiene un escenario muy complejo para su reelección en la capital estatal. El cargo de fiscal se ha convertido en el factor de negociación más rutilante entre el Ejecutivo estatal y el PRI.