Se respiera cierto aire fresco en el PRI de la Ciudad de México, luego de la confirmación del Frente Ciudadano en la Ciudad. A diferencia de lo que sucede a nivel federal, en donde la irrupción de Ricardo Anaya como el tercero en discordia, en el DF la candidatura conjunta parece ser una oportunidad histórica para los tricolores capitalinos.

Como reveló La Política Online, lejos de ser un castigo, el desembarco de Eruviel Ávila en la Ciudad fue un encargo directo desde Los Pinos para plantear una batalla focalizada en aquellos territorios casi sin fronteras, que comparten las Ciudad y los municipios conurbados del Edomex. Ese mapa que se pintó de marrón en los pasados comicios.

Claro, la designación de Mikel Arriola tiene una lectura aparte. Tecnócrata sin partido, el funcionario garantiza la construcción de un relato similar al de José Antonio Meade: hombres capacitados, que mostraron resultados pero jamás fueron involucrados en casos de corrupción.

Con un detalle de coyuntura que, en el PRI, leen como un viento a favor de esta travesía: ¿Los votantes de clase media y media alta que suelen votar al PAN, se inclinarán por Sheinbaum? ¿Acaso por Barrales?

En el tricolor creen que ese segmento apartidista que suele votar al blanquiazul -acaso como una expresión límites al retrato de plantones, manifestaciones y demás vicios de la izquierda- se terminaría por inclinar a favor de Arriola. "Jamás votarían por Morena y tampoco por el PRD, que es lo mismo o muy parecido", explicaron a este medio.

En el blanquiazul, en cambio, consideran que ese fragmento de electorado no podría inclinarse jamás por Arriola porque aunque no sea partidario, sólo los colores de PRI en la boleta los espantaría. El debate sí es interesante, porque efectivamente habrá una porción importante de indecisos que todavía no está claro para donde se moverá.