Buenos Aires volvió a vivir una jornada de violencia extrema, mientras el Gobierno de Mauricio Macri intenta aprobar una reforma jubilatoria que busca recortar las pensiones para equilibrar un poco el creciente déficit. Como ocurrió el pasado jueves, la Plaza de los Dos Congresos -frente al histórico edificio legislativo- se convirtió en un campo de batalla.
A minutos del inicio de la sesión que busca convertir en ley la reforma previsional, se registraron incidentes entre manifestantes y la PolicÃa de la Ciudad, encargada del operativo de seguridad en las inmediaciones del Congreso. Las imágenes de la violencia y las acusaciones de presuntas intenciones de golpe de estado recordaron esas tristes páginas de la historia argentina cuando se desató la crisis del 2001.
La referencia puede parecer extrema, porque el Gobierno de Fernando De la Rúa terminó abruptamente con su renuncia. Pero un dato no puede soslayarse: el entonces presidente también ordenó un recorte en los salarios de los empleados estatales en conjunto con un ajuste de los haberes jubilatorios, uno de las decisiones que generó un comprensible malestar en la sociedad argentina.
Este mediodÃa, los manifestantes comenzaron a tirar piedras y botellas para voltear las vallas colocadas alrededor del Congreso. La policÃa estuvo más pasiva que el pasado jueves y a pesar de que avanzaban para correr a los manifestantes, se protegÃan con escudos y con efectivos que tiraban con bombas de pintura.
Hipólito Yrigoyen y SolÃs fue la intersección donde se gestaron los enfrentamientos que luego se extendieron al otro extremo de la plaza. Lo que era una lluvia de piedras se tornó un temporal cuando un grupo de efectivos traspasó la valla para avanzar contra los manifestantes.
Algunos manifestantes utilizaron tablones para protegerse de las balas de goma y los utilizaban para avanzar.
También hubo enfrentamientos sobre la avenida Rivadavia, metros antes de la avenida Callao, a menos de una cuadra del Congreso. Otro foco se daba en la esquina de Hipólito Yrigoyen y Virrey Ceballos, aunque pasadas las 14 se habÃa logrado disminuir el conflicto.
Como anticipó LPO, la PolicÃa de la Ciudad actuó acorde a la orden de Horacio RodrÃguez Larreta y no reaccionaba contra el accionar violento de algunos manifestantes. Es que el jefe de gobierno porteño quedó a cargo del operativo y mandó a su secretario de Seguridad, Marcelo D'Alessandro, a negociar con la oposición los términos para lograr que la movilización se diera sin incidentes.
"El uso de la fuerza es el último recurso", fue la bajada de lÃnea de Larreta a los policÃas. Además, pidió que los ayuden a "detectar y aislar" a los sectores que la incitan. El gobierno habla de tres grupos que tiene identificados: el Polo Obrero, Quebracho y un grupo de anarquistas autónomos que son aproximadamente 40 jóvenes que -según la Ciudad- siempre buscan generar caos.
En rigor, se pudo detectar que los manifestantes que tiraban piedras estaban en su mayorÃa identificados con agrupaciones de izquierda. Detrás del vallado, efectivos de la PolicÃa de la Ciudad armaron un cordón con escudos, para impedir el paso del grupo, y reaccionaban tirando aerosol con pimienta.
Al principio la policÃa evitó las balas de goma y los gases, pero a medida que aumentaba la intensidad del conflicto las fuerzas echaron mano a los camiones hidrantes para reprimir la movilización y evitar que los manifestantes llegaran al Congreso.
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