La introducción en la campaña de José Antonio Meade de figuras como Carolina Viggiano, Manlio Fabio Beltrones o Mariano González Zarur viene acompañada de metas muy concretas que fueron transmitidas en una reunión en Los Pinos hace dos días y en la cual Enrique Peña Nieto fue el protagonista excluyente.

El presidente lució diferente a su aparición con gobernadores en Querétaro hace dos semanas. Allí fue más bien esquivo y por momentos expresó cierto malestar cuando detectó que los candidatos del PRI no estaban transmitiendo las ventajas de las reformas estructurales. La tónica de esta semana fue diferente.

Peña Nieto vuelve a colocarse en la sintonía de que la campaña recién ha comenzado, de que Meade puede seguir creciendo en su nivel de conocimiento  y de que el escenario de la polarización le terminará siendo funcional a su candidato. En ningún momento manifestó la posibilidad de una derrota y cuando le hablan de una entrega negociada del poder hacia Morena solo responde que eso mismo se dice cada vez que hay recambio presidencial, cada seis años.

El pedido concreto a los nuevos coordinadores es poner a  Meade en 28 puntos. El mandatario recuerda que eso fue lo que logró Roberto Madrazo en la peor elección del Partido. El presidente cree que Meade debería haber  estado en 28 puntos al cierre de la precampaña y que si está en 11 puntos menos, según sondeos de Los Pinos,  es porque ha fallado la movilización de estructuras.

La idea central: cuando Meade esté en 28 puntos ahí ya estará por su cuenta. Lo que suba después, ya entrará dentro de la esfera del voto no priista. Esos votos restantes  saldrían del 25% de indecisos.

Cuando alguno de los presentes le pregunta por Ricardo Anaya insiste en que el panista ha quemado todos los puentes y que pronto caerá en las encuestas. "Quiere citar a funcionarios de este Gobierno a comparecer pero antes va a tener que ir él para explicar sus negocios", dispara entretenido en paralelo a que el bloque panista de San Lázaro se empeña en la comparecencia de Rosario Robles por supuestos desvíos de la Sedatu.  "Muestren alguna foto de Anaya con todos los gobernadores de su partido, no la hay, son los cinco de siempre", agrega.

Conoce Peña Nieto que los gobernadores del PRI no están conformes con Enrique Ochoa. Por eso el primer pedido a los nuevos coordinadores es establecer la paz con los mandatarios del PRI y enderezar su poder territorial, ofrecer posiciones a futuro, reforzar la recaudación para la campaña, en definitiva, no caer en la idea de que ganar ya es un imposible.