Si este domingo en Tijuana no ocurriera nada extraordinario que afectara la campaña de  Andrés Manuel López Obrador , en el comando de Morena ya asumen que el rumbo del tabasqueño hacia Los Pinos será imparable. Por eso a diferencia del primer debate, existen ciertos preparativos inusuales en el entorno de AMLO pero que se asumen como necesarios para blindar el primer lugar.

A esta lógica llegan por dos factores: por un lado la defensa del voto es muy superior a las del 2012 y por el otro una cuestión aritmética: es muy difícil descontar 15 puntos de ventaja en 40 días.  

La idea que suscriben diferentes satélites del partido como Alfonso Romo, Yeidckol Polevnsky o Ricardo Monreal es  que superada la prueba decisiva del domingo, la campaña entrará en una densidad más baja por parte de Morena y enfocada en enviar señales de pacificación y amistad, un último intento por aplacar los ánimos con aquellos hombres de negocios, militares, sindicalistas y gobernadores  que se oponen a una presidencia de AMLO.

En este tablero además se visualiza que el PRI ya está más dedicado a buscar un piso de votos que a ganar la elección y que el candidato Ricardo Anaya parece haber encontrado un techo de apoyos en el 32%. Giros del destino: el techo que diciembre PRI y PAN le auguraban a Morena termina siendo el del queretano.

Tras el domingo , si o hay turbulencias en el debate de Baja California, AMLO se recluirá y dará un último mensaje contundente en cuanto a densidad política en el cierre del proceso electoral, que posiblemente sea en un estado del Norte.

Monreal tiene una idea para el segundo debate que gana adeptos. Mostrar a AMLO como los factores de poder quisieran que sea gobernando. Traducción: sereno ante las críticas de los adversarios, claro y pragmático en sus ideas, ordenado y más centrado en su imagen, algo que faltó en el debate de CDMX. La expectativa es que el formato del segundo debate en modalidad Town Hall contribuirá a una mejor performance del tabasqueño.