Ayer lunes Guadalajara quedó sumida en una crisis de seguridad cuando un comando narco ingresó a un restaurante y disparó contra el ex fiscal y actual secretario de Trabajo estatal, Luis Carlos Nájera.

Las últimas horas en el gobierno de Aristóteles Sandoval son dramáticas. Funcionarios de esta administración dijeron a LPO que en la noche del lunes tuvo lugar una muy tensa conversación entre el gobernador y el secretario de Gobernación Alfonso Navarrete Prida quien directamente habría acusado al mandatario de desentenderse del tema de seguridad en la entidad porque su gobierno ya se termina y las chances de continuidad son casi nulas. 

El titular de Segob desde que está en el cargo siempre objetó que Nájera estuviera en el gabinete del PRI de Jalisco, no solo por ocupar una cartera en la cual no tiene la menor experiencia sino que además por ser una figura excesivamente vinculada por los medios al crimen organizado.

Cuando Nájera llegó como secretario de Trabajo al gobierno de Sandoval, el mandatario estatal solía difundir en medios allegados que esa incorporación tenía el visto bueno de la Federación dado que el ex fiscal podía aportar su experiencia en temas de seguridad. Nunca se explicó porque fue a trabajo como tampoco se entiende que pasadas las 24 horas del hecho el actual fiscal ni siquiera haya aparecido con un comunicado.

El sustrato de la trama es ineludiblemente el peligroso Cartel Jalisco Nueva Generación, la organización  criminal más poderosa del país y que tiene diferentes intereses en la política estatal.

La situación inquieta a todo el arco político del Estado porque impone la seguridad como una agenda urgente para las próximas administraciones al tiempo que confirma un panorama complejo en la transición de poder entre figuras de diferente signo político. El PRI está tercero en las encuestas a gobernador y el panorama es que la contienda ya es solo entre Enrique Alfaro, que lleva amplia ventaja, y Carlos Lomelí, abanderado de Morena.