Quizás el aspecto más destacado de su tercera campaña presidencial fue la apertura para dialogar con históricos adversarios, actores muy distantes o de plano contrarios a su proyecto político. Andrés Manuel López Obrador dio su última gran muestra de pragmatismo al sentarse ayer con personajes como Claudio X. González y Germán Larrea.

El líder de Morena ya había tendido puentes con Elba Esther Gordillo, Napoleón Gómez Urrutia, Ricardo Salinas Pliego, Emilio Azcárraga, empresarios regios del Grupo de los 10, y sólo le faltaba la cúpula del Consejo Mexicano de Negocios, que se resistía a conversar con el "candidato populista", como lo catalogan históricamente.

Después de ese encuentro, ocurrió otro suceso natural: Juan Pablo Castañón volvió a suavizar su postura frente a AMLO e incluso le pidió una reunión. Forzado por Claudio X, tuvo que dar otro giro de 180 grados.

LPO relató las reuniones que encabezó Ricardo Monreal con algunos gobernadores del PRI, en una suerte de primer contacto con actores que, de ganar las elecciones, serían claves para la transición y la gobernabilidad. También se reveló en este medio las reuniones que ya tenían algunos empresarios amigos de Luis Videgaray con emisarios de AMLO.

En medio de estos movimientos, uno de los colaboradores más cercanos de López Obrador acercó una idea osada: organizar un encuentro privado con Carlos Salinas de Gortari, quizás el último de los factores de poder que no tendió puentes con el tabasqueño.

Hay que recordar que otro adversario histórico de Salinas, Ernesto Zedillo, sí logró colocar a varios conocidos y ex colaboradores en las filas del Gabinete. Personajes de la talla de Esteban Moctezuma y Olga Sánchez Cordero tiene una larga amistad con el ex Presidente.

Pero la respuesta de AMLO habría sido tajante: esa reunión es inviable. En el discurso de López Obrador, Salinas de Gortari es el jefe de la "mafia en el poder", y el principal causante de su derrota en 2006. "Lo intentamos, pero no quiso", reconocieron fuentes de Morena.