En los primeros días de marzo la Casa Blanca deslizó a la agecia Bloomberg que el empresario texano Ed Whitacre sería nominado como nuevo embajador en México en reemplazo de Roberta Jacobson. A tres meses y medio nada ha ocurrido. El Departamento de Estado nunca nominó a Whitacre, la propuesta no está en el Senado y el empresario ni siquiera ha declarado si estaba interesado en el cargo.

La explicación que se baraja en el Gobierno mexicano es que todo quedó en stand-by por la ventaja de Morena en las encuestas. Whitacre, ex ejecutivo de AT&T y amigo de Carlos Slim, es una buena opción para el plano de la relación comercial y de negocios pero el probable triunfo de AMLO hace que ahora se busque un perfil más ligado a la seguridad.

En Cancillería estiman que la propuesta de Whitacre está detenida por el jefe de gabinete John Kelly, máximo exponente de los intereses del Pentágono en la Casa Blanca. Además, cuando el empresario fue mencionado, el Secretario de Estado era otro hombre de negocios de Texas, Rex Tillerson. Pero ahora ese cargo está en manos de un halcón republicano, Mike Pompeo, ex jefe de la CIA.

En Washington hay incertidumbre sobre cómo seria la estrategia de seguridad de AMLO. El candidato no ha nominado para su gabinete ni al secretario de la Defensa ni al de la Marina, que son las fuerzas que intercambian con el Pentágono. Por otra parte el nominado para Seguridad, Alfonso Durazzo directamente desapareció desde que se lo vinculó a una supuesta operación inmobiliaria con un miembro del crimen organizado.

También hay dudas sobre el posible plan de amnistía o el giro de retirar a los militares del control de la seguridad pública. Estos son los factores que hacen que ahora se prefiera un embajador con un corte más cercano a la seguridad que un hombre de negocios. Cambia la escala de prioridades.