Hoy miércoles Salomón Chertorivski, coordinador del equipo económico de Ricardo Anaya, estará en la sede de la Concamin para explicar a puertas cerradas el programa económico del Frente. Un acto más, dentro de las decenas de eventos a los que suelen concurrir los equipos de los candidatos. Pero este tiene un ingrediente de fondo desconocido por la mayoría.

La presencia de Chertorivski estuvo en duda hasta la tarde de ayer martes porque el economista del ITAM estuvo a punto de salir de la campaña panista, furioso con la denuncia de Anaya contra José Antonio Meade por la trama Odebrecht.

Chertorivski tiene una excelente relación con Meade desde que era funcionario en la Ciudad de México. De hecho, en el círculo rojo chilango se solía repetir que la Secretaría de Desarrollo Económico era una gesto de amistad hacia el entonces canciller. 

También tiene buena sintonía con casi todo su equipo directo, como Luis Madrazo, o con el propio Armando Ríos Piter. El "itamismo" es una casta que suele arroparse más allá de las pertenencias partidarias . En ese marco, Chertorivski no quiere quedar vinculado de ninguna manera a la denuncia en la PGR.

Y es que involucrado en un campaña que claramente llegó a su techo, que nunca ha estado ni cerca del puntero, que está fracturada por los egos de figuras como Jorge Castañeda, Santiago Creel o Diego Fernández de Cevallos, Cherotirivski no quiere perder su buena amistad con Meade. Comprensible: a esta altura, ya no tiene sentido.

El asesor señala además que en las últimas horas otros expertos en energía que él llevó a la campaña se alejaron de modo indeclinable porque también son amigos del entorno de Meade y consideraron la embestida en la PGR como un exceso innecesario, empujado por la frustración de Castañeda.

El deterioro de Chertorivski -como el resto de los asesores- es muy visible. En febrero circulaba por foros y seminarios con gran carisma, hablaba de un ingreso universal -que de a poco fue desaparecieron de las propuestas frentistas-, se lanzaba de lleno contra la "corrupción del PRI" y tenía algunos chistes como para conectar con el público. Hoy luce apagado, sin el mismo entusiasmo. Una imagen que se repite en el resto de los voceros.

Este es el animo generalizado de la campaña de Anaya en un war room que terminó rebasado por la realidad. Los pases de facturas internos son de los más variados, y las acusaciones llegan a un nivel de encono muy alto. Dependiendo a quien se le consulte, las balas apuntan a diferentes sectores.

Por ejemplo, algunos señalan a los Chuchos por no poder contener las fugas del PRD hacia Morena, otros disparan contra el vocero Ruben Aguilar porque -dicen- en el medio de reuniones escribe apuntes para sus columnas para El Economista. Hay quienes se burlan de las reuniones que Damián Zepeda intenta armar a las 2 de la madrugada. Faltan 10 días. Las broncas crecen.