El cierre de campaña es inminente. La elección está a la vuelta de la esquina. Todo lo que se haga a partir del día de mañana será esperar. Por ello, lo que se hizo -para bien o para mal- ya está hecho. Al menos esto demostró la última convocatoria empresarial del PRI.
Aunque José Antonio Meade tuvo la compañía de pesos pesados como Ernesto Torres Cantu del Grupo Financiero Banamex, o Lino de Prado Sampedro de Zara México, el encuentro brillo por las ausencias.
De poco sirvió el llamado de Pepe Chedraui, quien pidió "cerrar filas por un voto razonado a favor de la estabilidad y la certidumbre", pues Carlos Slim decidió de último momento no asistir al encuentro de respaldo al presidenciable tricolor. En su lugar, el magnate mexicano envió a su yerno, Arturo Elias Ayub.
Tampoco se presentaron Alberto Baillères ni Claudio X. González, cada uno imbuido en su propia agenda; el dueño de Palacio de Hierro trabajando en pos del voto útil por Ricardo Anaya y el Frente, mientas X. González no destraba del todo su conflicto con Los Pinos ni con Alejandro Ramírez, con quien LPO reveló que perdió la confianza tras los encuentros a puerta cerrada del presidente del Consejo Mexicano de Negocios y Poncho Romo.
En cambio, el coordinador empresarial de la campaña de Meade, Jaime González Aguadé, tuvo la habilidad para reunir a un "grupo de más de 300 empresarios de diferentes sectores de la economía nacional"; entre quienes se dieron cita, Juan Gallardo, Edilberto Huesca, Juan Ignacio Ávalos, Enrique Norten, Marinela Servitje, Elías Cababie, Fernando Chico Pardo y Raúl Ferráez.
Sin embargo, no se presentó a la cita uno de los aliados económicos principales de la campaña anti-AMLO: Germán Larrea de Grupo México. Su ausencia pesó en el ánimo de los asistentes. Una mueca de intranquilidad se vio entre los miembros del equipo presidencial del PRI.
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