El éxito no sólo se viste, también se interpreta. Asà lo hace Aleix SanmartÃn, consultor polÃtico y estratega electoral de la clase polÃtica mexicana, quien ofrece la mano con una sonrisa cautivadora. Se dice dipuesto a hablar de polÃtica y a ofrecer su peculiar mirada respecto de las elecciones del pasado 1 de julio, con un agua mineral entre las manos.
En el fastuoso Four Seasons de Reforma, en momentos con la distracción de los penales de algún juego del Mundial, el politólogo español conversó con LPO sobre el perfil de López Obrador como próximo presidente de México y el que necesitará el priismo para sobrevivir a la hegemonÃa polÃtica de Morena. Además, destacó a las figuras de Marcelo Ebrard y Jorge Carlos RamÃrez MarÃn como próximos actores esenciales de la vida pública en México.
En tu análisis, ¿cómo llega Andrés Manuel López Obrador a la presidencia?
Yo trabajé con Andrés Manuel en la campaña de 2012 y era un proyecto muy sólido en el que el discurso que usó era similar al que hoy. Su narrativo no ha cambiado en los últimos 12 años.
Es una narrativa de carácter populista, y cuando hablo de populismo no me estoy refiriendo a un término peyorativo sino a término de la ciencia polÃtica; un término que explica las relaciones polÃticas -que divide el campo discursivo- con base en la construcción de un nosotros (el pueblo) y un ellos (la mafia del poder).
Este discurso no cambió, no es novedoso, los mismos héroes, los mismos villanos, las mismas vÃctimas y la misma misión. Lo que cambió, lo que hizo que AMLO en 2012 recibiera 16 millones de votos y hoy 30 millones, fueron las condiciones de posibilidad de ese discurso.
¿Un clima social?
SÃ. Hace seis habÃa un liderazgo polÃtico, cultural y moral del PRI, del PRI-sistema, del PRI como forma de vida. Ésta fue la hegemonÃa en ese momento y la contra-hegemonÃa era López Obrador, que no era poca (ahà estaban #YoSoy132, el Movimiento por la Paz, y los simpatizantes de lo que serÃa Morena). Pero no fue suficiente. Hoy se voltearon radicalmente las tornas, tras este caldo de cultivo. Hoy la hegemonÃa es López Obrador y su discurso, y la contra-hegemonÃa ha pasado a ser aquel sonsonete de que "las cosas buenas no se cuentan".
El incremento de la corrupción (por todos conocida), una violencia imparable, unas reformas que no dieron los frutos esperados, y una ruptura -una impugnación- de los medios masivos como vehÃculos de transmisión hegemónica de los valores del poder, los cuales quedaron impugnados a mitad de sexenio. Los medios de comunicación ya no marcan la agenda. Estas son algunas de las condiciones de posibilidad del discurso de López Obrador, y una forma de leer su triunfo electoral.
Lo que enlistas no son sino formas de los retos que heredó Peña Nieto a AMLO. ¿Cuál de todos estos pendientes son los más importantes?
Para AMLO, creo que son tres. El primer reto al que debe responder López Obrador y que es el leitmotiv de su campaña (su promesa de valor), es la unificación del paÃs, no en términos discursivos sino en términos socioeconómicos. La corrección de las desigualdades sociales.
La fractura social, el cambio hegemónico del PRI a Morena, se dio en primer lugar -y más allá de la corrupción- por la profunda desigualdad social. Es decir, cuando las clases populares entendieron que a ellos no les toca nunca el beneficio y la prosperidad social; cuando entendieron que el PRI ya no es un vehÃculo para la movilización social.
El primer reto es una mayor cohesión social con base en una redistribución de la riqueza.
El segundo reto es la pacificación del paÃs, pero va muy de la mano del primer reto. ¿Cómo lo planteó López Obrador? Bueno, dando oportunidades a la ciudadanÃa (aquà aparecen los programas sociales y la redistribución de la riqueza). Aunque, por otro lado, debes de cambiar la estrategia en materia de seguridad. La actual no ha funcionado. ¿Por qué? ¡Quién sabe! Pero la realidad es que luego de años con este mismo paradigma, los resultados son catastróficos: no es que lentamente hayamos ido avanzado, no, hemos retrocedido en materia de seguridad.
Por un lado, López Obrador está planteando un pacto, diálogo, una conciliación, mientras Olga Sánchez Cordero presiona sobre una eventual legalización de las drogas.
Antes del tercero, en medio de los tres pendientes ronda el tema de la corrupción. No tengo tan claro que Andrés Manuel pueda acabar con el tema de la corrupción, porque la corrupción no es un fenómeno mexicano, es un fenómeno a nivel mundial. Y no es un fenómeno de la polÃtica, sino del ser humano. Ahora bien, que pueden implementarse controles, sÃ; que puede disminuir, también.
Pero, sobre todo, con lo que se tiene que acabar es con la impunidad, no con la corrupción. Yo no puedo impedir a alguien que elija ser corrupto, porque estarÃa violando su libertad (como en la pelÃcula de Minority Report). Pero lo que sà puedo hacer es que quien la hace, la paga. Tener la certeza de que una pena de uno o cien años, que una multa de cien pesos como la de un millón, se cumplirán a cabalidad, sin excepción. Esto inhibe la corrupción.
Y finalmente está el reto de reimpulsar la economÃa, donde él va a apostar por polÃticas nacionalistas, mucho más autárquica, en el que por su visión proteccionista dependerá del petróleo. Acaba de confirmar la creación de dos refinerÃas, y reparación y rehabilitación de las que ya existen en el paÃs. Ignoro si le funcionará o no, pero es su idea para estimular el desarrollo económico. Y cuenta con personajes que lo ayudarán en este propósito...
Ahora que te detienes en este punto, ¿cómo evalúas los perfiles que integran su Gabinete?
Marcelo Ebrard es el mejor operador polÃtico, el polÃtico más brillante que tiene este paÃs. Es decir, es el más completo, es el más inteligente, el más articulado, el que tiene mayor experiencia a nivel local e internacional. O sea, es un polÃtico brillante que le va a ayudar mucho en una parte que López Obrador tiene muy coja que es la parte internacional. Digamos que no son exactamente su fuerte las relaciones exteriores.
Por otro lado, el Gabinete me parece que es muy bueno, no radical, que integra amuchas capas de la sociedad y que es pensado para dar tranquilidad a los mercados internacionales; lo que no tengo claro es si ese va a ser el Gabinete, si el llegarán estos integrantes al 1 de diciembre.
Ahora, a todo esto, con quien también está en deuda Peña Nieto es con su partido. ¿Cuál es el futuro del presidente al interior del PRI?
Yo no creo que Peña Nieto tenga futuro al interior del PRI. Va a pasar a ser ex presidente, que es una categorÃa distinta del ser humano. Y no creo que Peña tenga muchas ganas -digo, no lo sé- de participar o de influir en polÃtica después de su sexenio.
Ahora bien, ¿qué va a pasar con el PRI? (y eso eso lo más importante). Yo creo que el PRI debe refundarse y debe convertirse en el partido socialdemócrata de México. Tiene una gran ventana de oportunidad, dejando de ser un partido del siglo XX, convirtiéndose en un partido del siglo XXI y apostando por una vÃa socialdemócrata y nÃtidamente ciudadana, que apueste por la redistribución de la riqueza con base en polÃticas públicas eficientes, y con una visión moderada de centro-izquierda.
Abandonar a la derecha...
No de centro, de centro-izquierda. Lo que Andrés nunca ha querido por su discurso populista es que se le identifique de izquierda. Él dice que no es de izquierda ni de derecha, que él es un mexicano que admira a los revolucionarios Juárez, Madero y a Cárdenas.
Entonces, hay una gran vÃa en este momento para un nuevo partido, o para que se refunde el PRI con nuevas siglas y con otro modelo, que le haga la oposición a Morena.
¿Y dejar al PAN en la derecha?
Y dejar al PAN en la derecha. Al final, si se configura un nuevo sistema de partidos, con partido socialdemócrata que puede ser el PRI, con un partido liberal-conservador que puede ser el PAN, Morena se queda en tierra de nadie. El problema es que ahora no hay ningún partido progresista porque el progresista se fue con el conservador o se unió a los evangélicos, y el conservador se alió con la izquierda... Se hizo una promiscuidad polÃtica, ideológica, programática que dejó a los electores desconcertados y ante la única posibilidad de adherirse a una variable: cambio o continuidad, AMLO o anti-AMLO.
Entonces si se diversifica la oferta polÃtica, ideológica, programática, Morena podrÃa asumir el rol del antiguo PRI, en tierra de nadie.
Pero ¿ves a liderazgos priistas que podrÃan, ya no digamos que les gustarÃa sumarse a esta idea?
Digo, a pesar de estar en el peor momento de su historia, el PRI es un partido muy grande que podrá encontrar a los perfiles, a los lÃderes para una tarea de este tamaño. Jorge Carlos RamÃrez MarÃn es uno de ellos; acaba de ganar las elecciones para el Senado. El único que lo hizo, que ganó en primer lugar su fórmula. Y tiene una trayectoria y un conocimiento profundo del paÃs.
También tienen a Beatriz Paredes. E igualmente entre los jóvenes, como Mariana BenÃtez, el propio Aurelio Nuño.
¿Ves a Aurelio Nuño con posiciones de centro-izquierda?
Digo, los veo a todos ellos como cualquier polÃtico que debe adaptarse a la nueva realidad, a sobrevivir si es que quieren sobrevivir. Y yo creo que la manera de sobrevivir es la reconfiguración, la reorganización del PRI en un partido nuevo de centro-izquierda del siglo XXI.
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