Ya se ha dicho mucho: la transición en México es larga, acaso demasiado. Pero López Obrador quiere aprovechar estos meses para aceitar lo que serán sus grandes programas de Gobierno, como los ajustes del gasto público y su consecuente reorientación para los dos programas sociales emblemas de su proyecto: adultos mayores y becas para jóvenes.

Como una máquina de relojería que va marcando las 12:00 en punto rumbo al 1 de diciembre, el tabasqueño armó su equipo de Gobierno en momentos en los que incluso sus más cercanos colaboradores no creerían que vencería a la maquinaría priista de Peña Nieto.

Sin embargo, los compromisos acaso más que las convicciones pesaron, y pesaron más que las certezas. Fue así como en enero se pidió a Rosa Icela Rodríguez Velázquez presentar su renuncia al gobierno de Miguel Ángel Mancera Espinosa, con quien laboraba como titular de la Secretaría de Desarrollo Rural y Equidad para la Comunidades (Sederec).

Su trabajo en la dependencia capitalina nunca fue puesto en duda, por lo que -de acuerdo con información a la que tuvo acceso LPO- López Obrador le ofreció a Rosa Icela la dirección del mega programa de apoyo para adultos mayores, el cual será uno de los dos pilares de los primeros años de la administración de líder de Morena.

En correspondencia, Rodríguez Velázquez fue informada que de aceptar la tarea, deberá coordinarse con Horacio Duarte, el incansable operador marrón del Edomex, y a quien la dirigencia del partido dio instrucciones de entablar un diálogo permanente con la eventual Secretaría del Trabajo (Luisa María Alcalde) y el eventual titular de la SEP (Esteban Moctezuma).

Entre los tres, desarrollarán hasta el más mínimo detalle el plan de becas para jóvenes que AMLO abanderará y que trascendió que requerirá de una inversión de 108 mil millones de pesos. Junto a Loretta Ortiz, se tramará todo el despliegue de brigadas marrón en el país, lo mismo para realizar la consulta sobre pacificación que para conocer las necesidades de cada hogar del país. Ahí es donde Rosa Icela hará su trabajo, recopilar y analizar toda es información para trazar las rutas de abastecimiento.

La tarea es inmensa, el plan muy ambicioso, el horizonte es otro y las posibilidades de fracasar disminuyen en la medida que Obrador pone de manifiesto lo que ya se alerta en los pasillos de varios Palacios de Gobierno estatales: que es un operador político incansable.