El poder económico de Nuevo León opera por estos dÃas para que el arzobispo de Monterrey, Rogelio Cabrera López, sea designado al frente de la Conferencia Episcopal Mexicana, el órgano más importante de la Iglesia Católica en la esfera pública del paÃs y que requiere previo aval del Vaticano.
En sus habituales homilÃas Cabrera pide al Gobierno estatal mejorar la seguridad, condena severamente la corrupción polÃtica y pide mayor apoyos a los adultos mayores. En el empresariao regioontano tiene especial amistad con Armando Garza Sada (Alfa), Juan Ignacio Garza Herrera (Xignux) y la propietaria de Femsa, Eva Gonda, con quién suele sostener largas conversaciones.
LPO pudo conocer que en las últimas semanas Cabrera se reunió a solas con Alfonso Romo (futuro jefe de la oficina presidencial) y con Tatiana Clouthier, quién despachará en la Segob del nuevo gobierno.
Estos contactos deben ser seguidos de cerca porque hay dos temas de la agenda de Morena que pueden implicar fricciones de la Iglesia Católica con el futuro Gobierno: por un lado los planes de legalización de las drogas y por el otro el plan de crear una "constitución moral". La moral es un monopolio que la Iglesia, aún en su expresión más aperturista, se niega a entregar.
Cabrera sumó puntos en el Vaticano cuando semana atrás ordenó como sacerdote a un reo internado en el penal de Apodaca, al norte de Monterrey. Son gestos que fascinan a Francisco porque encajan en su visión pastoral del catolicismo. Habitualmente el Sumo PontÃfice lava los pies de los prisioneros de las cárceles de máxima seguridad de Italia.
Cabrera tiene 65 años de edad, fue arzobispo de Tuxtla Gutiérrez, Chiapas, durante siete años antes de llegar a Monterrey. Nació en 1951 en Santa Catalina, en el Estado de Guanajuato.
Estudió humanidades, filosofÃa y teologÃa en el seminario de Querétaro, obtuvo el tÃtulo en teologÃa y sagradas escrituras en la Pontificia Universidad Gregoriana y en el Pontificio Instituto BÃblico de Roma.
Fue ordenado sacerdote en 1978 y en 1996 obispo de Tacámbaro. En 2001 fue transferido a la diócesis de Tapachula y en 2004 obispo de Tuxtla Gutiérrez. En 2009 fue elegido vicepresidente de la Conferencia Episcopal.
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