De no haber cambios improvistos, mañana martes en la mañana Ildefonso Guajardo irá a Canadá para hacer un último intento de que el nuevo TLCAN se resuelva antes del viernes y de ese modo lograr que Enrique Peña Nieto sea quien firme el nuevo acuerdo trilateral. La negociación entre Ottawa y EU se encuentra en un momento ríspido con Peter Navarro, el asesor proteccionista de Donald Trump en el centro de la escena. Guajardo será acompañado por el negociador de Morena Jesús Seade y por la futura secretaria de Economía Graciela Márquez Colin.

En paralelo a la reunión de Canadá, mañana martes Chrystia Freeland, la canciller de Justin Trudeau, vuelve a la mesa de negociación con Robert Lighthizer. 

El viaje de Guajardo implica un giro en el Gobierno porque contradice la tranquilidad que el canciller Luis Videgaray mostró hace 15 días en Washington. En ese entonces Videgaray festejaba el acuerdo bilateral México-EU y decía que no le preocupaba tanto la situación EU-Canadá porque México con ese país tiene asegura el comercio por el camino del TPP que tiene mucho en común con el contenido de la renegociación del TLCAN.
Navarro gana fuerza en la negociación final con Canadá y desplaza a Lighthizer

Pero el cálculo, en cierta medida, sería equivocado. El Gobierno mexicano una vez más aplicó los parámetros locales a la política de EU y no consideró la enorme oposición que existe en el Capitolio a ratificar un acuerdo bilateral con México y dejar afuera a Canadá. Un rechazo que surge de los republicanos y también de los demócratas.

El escenario es complejo en Washinton está instalada la idea de que si Trudeau no cede en la negociación, EU se retira del acuerdo, deja en el mismo a Canadá y a México y luego firma por separado con el segundo. No sería tan fácil porque todo este tipo de cambios comerciales Trump nunca los discutió con el Senado de su país.

La presión para el Gobierno además es interna porque los empresarios mexicanos no tienen ningún documento escrito de lo que México y EU suscribieron hace dos semanas. Es en ese marco de enorme incertidumbre que vuelve la presión empresarial para hacer un nuevo intento en pos del TLCAN.