Ningún tramo de la vida política de Gabriela Cuevas pasó desapercibido: su estilo frontal y sus posturas decididas frente adversarios políticos, tanto como para ejercer la autocrítica puertas adentro, le han ayudado a construir una amplia trayectoria dentro de PAN: fue legisladora en la Asamblea del Distrito Federal, jefa delegacional de Miguel Hidalgo y diputada federal, antes de llegar en 2012 al Senado de la República.

En entrevista con La Política Online, la senadora del PAN conversó sobre los proyectos que se debaten en la Cámara Alta, además de analizar el impacto que pueden tener las divisiones en el PAN de cara a los próximos comicios.

Senadores del PRD han sido muy duros con la figura de Eduardo Medina Mora y se oponen a su postulación para la Corte Suprema. ¿Cuál es su postura?

El lado positivo es que Medina Mora es un abogado que ha tenido uno de los currículums más interesante, porque ha sido procurador general de la República, secretario de seguridad pública, como embajador en Washington. Es alguien que entiendo de la agenda internacional, algo que le falta la Corte.

El lado contrario es precisamente esta carga hacia la agenda de seguridad que sí puede generar ciertos malestares, específicamente en la izquierda. Hay una crítica importante en el país hacia lo que ha sido la guerra contra el narcotráfico y el crimen organizado.

Y pues sin duda Eduardo fue funcionario público en esos momentos. Entonces, creo que se lleva a la crítica. No sé cuál será el desenlace, pero personalmente me parece que es una persona que puede aportar mucho a la Corte. Todavía no podría decir cuál es el pronóstico.

El coordinador de su bancada, Fernando Herrera Ávila, dijo que buscarán tener coincidencias en el PAN, pero que frente a las posibles discrepancias internas darían libertad de acción. ¿Existe la posibilidad de que el PAN vote dividido en esta ocasión?

Sí, y no sería la primera vez. Tenemos nuestras propias disputas internas. Hay quienes piensan que el PAN es un partido muy homogéneo, pero la realidad es que no lo es. El PAN nunca ha sido un partido homogéneo. Es un partido de múltiples debates, de estarnos constantemente reinventando y definiendo cuál es nuestra oferta a la ciudadanía, en qué creemos. Ha habido momentos en que el PAN ha estado más a la derecha, momentos en que ha estado más en el centro.

En resumen, me parecería muy natural que Acción Nacional votara dividido. Es difícil preverlo porque la votación se hace por cédulas, es una votación secreta. Eso también hará difícil anticipar cuál será el voto de cada senador.

¿La negativa del PRD abre un escenario favorable para el PAN para negociar el apoyo a Medina Mora a cambio de la Ley de Transparencia?

Pueden ir de la mano los dos proyectos, sí. Pero sería una pena. Yo en principio no estaría de acuerdo en que se negociara una cosa por la otra. La Corte debe tener un claro apartidismo. Debe tener también una distancia con los otros poderes: el ejecutivo y legislativo. No me gustaría que se mezclaran las agendas. No me gustaría que se mezclaran las cosas. Pero creo que puede suceder, sí.

LPORodrigo Gonzalez Olivares

Usted mencionaba los debates internos en el PAN, que por momentos parecen agudizarse con los cruces de Madero y Calderón. ¿Cuál es la repercusión que pueden tener esas divisiones en la elección, que ya está próximas?

Claramente nos afecta. Al PAN le falta construir más una alternativa electoral. El PRI, por ejemplo, no ha sufrido tanto la gran debacle de la imagen de Peña Nieto. Eso es raro. Normalmente se reciente cuando se afecta la popularidad de sus gobernantes.

Y eso tiene que ver con que el PAN no ha sabido consolidarse como una oposición fuerte, creíble y contundente, un partido defensor de las causas ciudadanas. Me parece que nos falta. Y nos falta en gran medida por nuestra divisiones internas. Estar unidos, cerrar filas, entender que somos una institución. Y entender que tenemos una responsabilidad con la gente, para presentar un mayor proyecto de país que el que presenta el PRI. 

La corrupción es un flagelo que preocupa no sólo a mexicanos, sino a ciudadanos de muchos países de la región. ¿Por qué cree que el gobierno finalmente cedió al pedido de la oposición de avanzar con este proyecto?

Al gobierno le urge lavarse la cara. Me pareció una vergüenza que el discurso de presidente en Londres sea que en el país hay desconfianza y hay malestar. Eso ya lo sabemos. Es precisamente ocasionado por un presidente que llegó con altas expectativas y que luego nos hemos enterado de grandes propiedades que no tienen cómo justificar, y nos hemos dado cuenta del mal manejo que existe sobre toda la problemática que vivimos en materia de derechos humanos.

¿Cómo va a haber confianza si al final todos podemos ser víctimas de un estado así? Ya sea de policías municipales, como sucedió en Ayotzinapa, o incluso de fuerzas federales, como fue el caso de Tlatlaya. Tendría que hacer mucho más el presidente para recuperar la confianza perdida.

¿Considera que una vez aprobada la reforma y constituidos los distintos mecanismos que prevé, se podrá avanzar con una investigación que aclare las denuncias en contra de funcionarios del gobierno?

Lo dudo muchísimo. Porque no quieren legislar toda esta problemática de conflicto de interés. El PRI quiere que el presidente sea intocable. Y si bien la figura presidencial merecería todo el respeto, cuando hay un presidente que no tiene cómo explicar una fortuna de esa magnitud, no puedes ser intocable. No puedes estar escapando a la justicia.

Me parece que corre el riesgo este Sistema Anticorrupción de nacer corta.

Usted dice que el PRI quiere que el presidente sea intocable. Pero luego de estas denuncias, muchos analistas consideraron que sería inevitable un renovación de su gabinete, algo que finalmente nunca sucedió.

A todos nos queda clarísimo, porque es un gabinete que en más de dos años no ha sabido cuidar al país. En muchos sentidos, hoy México está peor en muchos indicadores, como el de secuestros. Vemos que la sangre corre todos los días. Pero al mismo tiempo pareciera que en el gabinete no pasa nada. Pareciera que al final de cuenta The Economist tuviera razón: no entienden que no entienden.

Sin embargo, Osorio Chong y el propio Peña Nieto muestran cifran que revelan una mejora en los indicadores de seguridad.

Repito: no entienden que no entienden. Este gobierno está inmerso en una burbuja en el que cree que todo es color de rosa. O color blanco, como el color de la Casa Blanca del presidente. Y claramente la realidad no es así. Hoy México tiene serios problemas de seguridad. En Tamaulipas, Michoacán, Guerrero, muchos estados. Pero ellos pretenden tapar el sol con un dedo.

LPORodrigo Gonzalez Olivares

Que el presidente no hable de inseguridad, no quiere decir que no existe. Y que el secretario de Gobernación diga que los indicadores han mejorado, pues probablemente refleje que la gente cada vez confía menos en las instituciones del estado y está cansada de denunciar. 

Si alguien, cualquier ciudadano, va a un ministerio público, seguro se encontrará con que hacen todo lo posible por no avanzar en las averiguaciones. Entonces, claro, eso hace que haya menos denuncias y que el gobierno recoja cifras más alegres, mientras la población está muy lejos de esa alegría. Pero la realidad es que ha un total divorcio entre la sociedad y las instancias de gobierno. No hay diálogo. 

Por eso hacen falta cambios en el gabinete, tanto como en el modo de gobernar. No se puede gobernar desde el escritorio, ni rodeado de escoltas. Se tiene que gobernar con la gente.

El PAN, durante la presidencia de Felipe Calderón, ha presentado un proyecto similar de Mando Único, que no fue acompañada por el PRI e incluso el propio Osorio Chong criticó por haberse querido "imponer". ¿Por qué considera que el PRI ha cambiado de postura en torno a esta estrategia de seguridad?

Justamente el proyecto de Calderón, Peña Nieto lo frenó siendo gobernador del estado de México. Este giro se explica por la politización que quieren tener de la Justicia. Quieren tener un control total, un control pleno. Y este proyecto lo toman, pero para tener un control total de los municipios.

Cuando México transita hacia la democracia en el 2000, hay muchos cambios institucionales en el país. Pero el que nunca cambió fue el municipio. Quizás sea la instancia más cercana a la gente, pero también la más débil: no mejoraron sus finanzas, ni sus capacidades institucionales, están alejados de todo.

Ahora, lejos de establecer una coordinación entre policías, que es lo que se debería hacer, lo que busca Peña Nieto es tener toda la potestad desde lo político para desaparecer a un municipio. ¿Qué pasaría si un alcalde tiene problemas políticos con un gobernador oficialista o amigo del secretario de gobernación? Lo intervendrían, claramente.

Pero, además, si un alcalde está vinculado a algún delito, él debe pagar, y no todo el resto de los funcionario, el resto del cabildo, los regidores de ese gobierno municipal. De fondo, está mal. Es un diseño profundamente autoritario. El problema real en México es la corrupción y la impunidad. Cuando la corrupción empieza desde el jefe del Estado mexicano, el problema es grande.

Así como para el PAN, una de las mayores prioridades en el Congreso es la aprobación del Sistema Anticorrupción, desde el PRD anunciaron que su prioridad será la Reforma Política para el DF. ¿Cuáles son sus críticas a dicho proyecto y cuáles son las diferencias con el proyecto que usted plantea?

El documento que presenta el PRD es una simulación. Es completamente absurdo. Es repartir el poder entre los mismos políticos de siempre. Va a tener más facultades el jefe de Gobierno, más facultades la Asamblea Legislativa. Sin embargo, las delegaciones sólo cambiarían de nombre, pero su definición constitucional sería la misma: órganos políticos-administrativos.

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Es decir, realmente no hay cambios. Y el ciudadano no gana absolutamente nada, por eso me parece una simulación. Políticamente es un poco costoso votar en contra de algo así: a mí también me gustaría ver un Distrito Federal donde la gente tuviera muchas más potestades que la actual. El gran cambio sería emitir una constitución del DF, pero que no sea un gran teatro. Hay que cuidar que en esa simulación no se perjudique al DF ni a sus órganos de gobierno.

Un tema muy importante en el que sí se debería avanzar es en esquemas de participación ciudad y en el fortalecimiento de las atribuciones de las delegaciones. Durante el gobierno de Marcelo Ebrard se buscó quitarle lo más posible las facultades. Fue un gobierno centralista, autoritario, policíaco. Al federalizar el DF, dándole más atribuciones a las delegaciones, sería el camino.