John Podesta es el presidente de la campaña presidencial de Hillary. Se trata de un hombre muy ligado al poder: fue jefe del personal del ex presidente Bill Clinton (además de asesor y cabeza en temas de transparencia y desclasificación de archivos top secret) y consejero del presidente Obama.

Hay una historia que se recuerda mucho en los altos mandos de la política de los Estados Unidos. En 2006, cuando Hillary ya planeaba lanzarse por la nominación demócrata, Podesta prefirió no participar. ¿Deslealtad? Para nada: olfato político.

En una reunión en la casa de los Clinton, Podesta les dijo que su mensaje y su estrategia de “experiencia y trayectoria” la ponía en un lugar tipo Microsoft cuando el mercado electoral estaba esperando un innovador, una ruptura, “un producto Apple”. Parecía un argumento descabellado, pero Obama sería ese producto, a quien Podesta ayudaría más tarde como asesor.

En 2015, Podesta sí se sumó a la campaña de Hillary. Intentó aprender de los errores de la campaña de 2008: menos plata para los medios, pero más dinero para tecnología y el trabajo de "territorio". Menos amigos de Bill en los equipos y más profesionales.

Marshall tiene la tarea de manejar el enorme equipo de voluntarios en cada estado y organizar un mega operativo–respaldado con tecnología de punta para movilizar a las minorías el próximos martes.

En ese nuevo encuadre, le dio un lugar central a Marlon Marshall, actual director de campañas estatales y compromiso político. ¿Qué hay detrás de este cargo? Básicamente, la tarea de manejar el enorme equipo de voluntarios en cada uno de los estados y de organizar un mega operativo –respaldado con tecnología de punta- para movilizar a todos los votantes de Hillary el día de la elección.

Mails, recordatorios, indicación de dónde votar, sugerencias sobre transporte, cómo llegar. Todo está calculado para que ninguno de los seguidores se quede en la casa este 8 de noviembre. Se trata de una variable clave en estos comicios: como explicó LPO, Hillary depende de los niveles de participación del voto latino.

Pero Marshall es además el punto de conexión directo de Hillary con la minoría afroamericana, punto flojo de Hillary en su interna con Obama en 2008, que por estos días se está volviendo otro foco más de preocupación para definir la pelea con Trump.

Marshall es el afroamericano con más alto rango en cualquiera de los dos equipos de campaña. Y fue quien ayudó a Hillary a navegar a través de un territorio desconocido, como el movimiento Black Lives Matter que surgió y desafió a los políticos de ambos partidos para demostrar la forma en que se abordan los prejuicios sistémicos.

Marshall le organizo a Clinton visitas en barrios y ciudades que se han convertido en sinónimo de malestar provocado por la violencia racial, asesinatos de la policía a afroamericanos y demás.

En 2008 Marshall era voluntario de Hillary. Y fue uno de los pocos que fue convocado por los equipos de Obama una vez que Clinton perdió la interna.

Al volver a contratarlo con un rango mucho mayor, todo entendieron que Hillary quería replicar el estilo de campaña basado en un ejército inteligente de voluntarios y tecnología de punta para registrar a los seguidores y potenciales votantes de cada rincón del país.

Hasta el momento, el voto afroamericano no respondió como se esperaba y se tuvo que reforzar el llamado a participar a través de Barack Obama y su esposa Michelle. ¿Funcionará el operativo de Marshall el próximo martes?