Difícilmente la fusión entre Time Warner y AT&T  prospere tal como se anunció. Uno de los negocios más grandes del siglo está en la mira por el ascenso de Donald Trump a la presidencia y por el viraje de los demócratas hacia posiciones de centro izquierda. La fusión tiene que ser revisada por el Congreso de Washington y a estas alturas parece imposible que sea avalada sin modificaciones de peso.

El 7 de diciembre Randall Stephenson, CEO de AT&T comparecerá ante el Senado. Lo acompañará Jeff Bewkes, CEO de Time Warner.

El lugar común de republicanos y demócratas es un reporte que el pasado mes de abril emitió el equipo de asesores económico de Barack Obama. Ese documento tiene un largo capitulo dedicado al mercado de las telecomunicaciones en el cuál se advierte sobre una peligrosa concentración que estaría impidiendo la aparición de nuevos competidores y que podría condicionar a los usuarios.

Esa texto encierra los argumentos de los dos bandos. El propio Trump se quejó en campaña de la imposibilidad de competir contra ese potencial gigante mientras que senadores como Bernie Sanders o Elizabeth Warren señalan el costo para los usuarios.

En las últimas horas Warren fue más allá: le dijo a NPR que está al tanto de que la operación de la fusión fue monitoreada por una abogada que reporta en la División Antimonopolio del Departamento de Justicia que dirige Loretta Lynch. Dijo que por ahora se reserva el nombre de la profesional. Si esto se demostrará habría un escándalo en puerta de gran magnitud. 

La fusión es seguida en México por los directivos de Claro Video (Carso) y Blim (Televisa). Su confirmación implica el desembarco en el mercado de los contenidos de AT&T. En esos corporativos esperan que el Congreso emita una conclusión que acote la fuerza de esa unión. Un dato: hace años que Slim cuenta con los servicios de una firma de lobby en la capital estadounidense.