¿Quién tiene la culpa del último gasolinazo? ¿Hubiera tenido el gobierno otra salida en el tema de las gasolinas? Los analistas tratan de responder los cuestionamientos que reclama una ciudadanía muy indignada para llegar al punto: ¿es culpa de la reforma energética o falta de inversiones en refinerías o es un IEPS muy alto?

Desde los partidos políticos más que responder, no han perdido oportunidad de flagelo ante la inconsistencia de  la promesa de Enrique Peña Nieto: “bajarán los precios del combustible gracias a la reforma energética”. Algunos critican una reforma a destiempo; otros que el IEPS que se cobra por las gasolinas es sumamente elevado. Por ahora, la única propuesta concreta que surge desde la oposición es la de Morena, que dice que la clave del error y donde también estaría su solución son las refinerías.

La Política Online explicó con anterioridad la manera en que Pemex y el propio gobierno han dejado en el olvido el negocio de las refinerías, descuidadas y con menos presupuesto cada año. La apuesta en su lugar ha sido comprar el combustible en el extranjero.

El problema le estalla al gobierno cuando el escenario en el sector energético se revierte: los precios del petróleo empiezan a subir y el dólar se fortalece frente al peso, lo que provoca una compra de gasolina mucho más cara que en años anteriores justo en el momento en que decide abrir su mercado de combustibles.

Desde el mercado la mirada es clara: al gobierno ya no le interesaba el negocio. Desde la oposición, Andrés Manuel López Obrador denunció en días pasados que la razón de ello es que la compra de gasolinas en Estados Unidos era un negocio mucho más ‘jugoso’.

Con ello, el tabasqueño apuntaba al tema de las refinerías y la reforma energética como los factores para entender el incremento de las gasolinas.

Los obstáculos

Los analistas no discrepan de que el tema de las refinerías en nodal. Aunque no todos son tan tajantes en esta crítica, pues si bien lo reconocen como un punto nodal, hay un sector que es crítico al tema del IEPS que se cobra a las gasolinas, por arriba del que se cobra por ejemplo en Estados Unidos.

“El problema no es la reforma energética, es el sistema de recaudación fiscal tan escaso que tenemos en México. No queremos pagar impuestos y esta es la única medida que tiene el gobierno”, dice la analista del sector Miriam Grunstein.

El director de Caravia y Asociados, Ramsés Pech, también es crítico: “el IEPS podría ser menor, el problema es que gastamos mucho. Nuestro gasto como nación es muy alto, necesita ser más óptimo, bajar el gasto corriente”.

En realidad, detrás de ello hay una clara tendencia a señalar la gran lista de obstáculos que enfrentaría cualquier gobierno que pensara seriamente hablar de inversiones en refinerías. Por ejemplo, Grunstien reconoce que el tema de refinerías repercute en más del 50% en el encarecimiento de las gasolinas.

Pero pensar en que de verdad se invierta en las refinerías cuesta trabajo. Y ven varias trabas: la mala operación del Sistema Nacional de Refinerías y el costo político son las principales.

“Para generar utilidades necesitas reducir costos con plantas modernas, eficientes y trabajadores capacitados y las seis refinerías que tenemos operan exactamente de manera contraria”, dice el analista en energía del Instituto Nacional de Administración Pública (INAP), Arturo Carranza.

También Miriam Grunstein se lanza contra esto y apunta el gran tema del discurso de Obrador: los altos índices de corrupción. De hacerse una inversión estatal, como propone el de Morena, este sería una batalla que pocas pistas se tiene si podrá vencer en un sistema de años de operar así.

Y precisamente el tema de la inversión estatal levanta dudas. ¿Un gobierno tendría opciones de hacerlo? Pocos lo creen. Para empezar porque implica un costo de oportunidades. Es factible, dice Pech, pero implicaría dejar en el desamparo otros gastos.

El problema es que una inversión de este tipo nunca es reconocida por la ciudadanía y además, es transexenal, es decir, los beneficios de estas decisiones se verían ya en otros gobiernos posteriores.

Los analsitas creen que la solución más factible sería la inversión pública-privada o completamente privada. Eso también tiene sus dificultades. Invertir en las que ya existen es poco viable, consideran los expertos, habría que meter nuevas refinerías.

De hecho, desde la Sener ya se analiza la llegada de inversión privada para instalar nuevas, más modernas y más pequeñas, como operan en Estados Unidos. “Es algo que se está analizando aún y llevará su tiempo, al menos tres años, pues implica generar el marco jurídico para ello y tener la infraestructura necesaria”, apuntó Carranza.

Sin duda para el bienestar de los bolsillos de los consumidores hace falta apostarle a proyectos de largo plazo. Invertir en refinerías sería lo ideal, coinciden desde el mercado, pero la medida más difícil. Los obstáculos para que López Obrador lograra este objetivo de triunfar en 2018 serán altos.