Las audiencias en el Senado de Washington para aprobar al gabinete de Donald Trump están derrumbando una tesis muy repetida en México: que en la capital de EU opera un sistema de contrapesos que limitará al magnate y lo alejará de de sus excesos. 

Hasta el momento salvo tres casos muy concretos (John Mc Cain, Lindsay Graham y Marco Rubio), todo el resto de la bancada republicana parece embarcada en un plan para complacer al presidente que asume hoy jueves. 

"Los senadores se quieren llevar bien con el presidente, no les importa su impopularidad, quieren ser invitados a la Casa Blanca y viajar en el avión presidencial, son personas màs elementales de lo que se piensa, pasaron 8 años muy lejos del poder y ya casi no existe voluntad de ser oposición", deslizó a LPO un cabildero que conoce bien el Senado en Washington.

El gabinete que propone Trump está plagado de incompatibilidades por los negocios de los nominados. Rex Tillerson, nominado como secretario de Estado, arrastra sus negocios en Rusia como CEO de Exxon, Steve Mnuchin (Tesoro) su incursión en actividades financieras en California, Betsy De Vos (Educación) sus pronunciamientos a favor de privatizar la educación pública y James Mattis (Defensa) sus negocios como asesor de temas de seguridad. La lista de conflictos de interés es interminable y sin embargo ninguna designación parece peligrar, incluso ya han comenzado a realizarse algunos festejos anticipados.

El gabinete es un reflejo perfecto del magnate, ninguno tiene una ideología muy marcada, el denominador común de todos es su excelente posición económica. Se esperaba que ese filtro dogmático llegara en el Congreso pero no será así y se especula que en menos de una semana todo el gabiente este avalado.