Leonel Luna estrechó hace varios años una relación de amistad con Miguel Ángel Mancera, cuando todavía era delegado de Álvaro Obregón. En 2015, Leonel decidió darle la espalda a René Bejarano, renunciar a IDN y sellar su alianza con el Jefe de Gobierno a través de Héctor Serrano.

Con ese giro político, Luna se garantizó un lugar en la Asamblea Legislativa y la candidatura para su delfín en Obregón, María Antonieta Hidalgo Torres. El acuerdo terminó de consolidarse con su designación como Presidente de la Comisión de Gobierno en la ALDF, dejando a otros pesos pesados de lado, como Mauricio Toledo, Víctor Hugo Romo o el propio Raúl Flores. Todos aspiraban a coordinar la bancada.

Luna se convirtió en el hombre de confianza de Mancera en una Asamblea que por primera vez necesitaría de alianzas estratégicas con el PAN y el PRI. Sólo así se evitó que Morena controle la Comisión de Gobierno, como primera minoría que efectivamente es.

Con un gabinete sin figuras destacas, Luna comenzó a soñar con convertirse en el sucesor de Mancera. Pero el crecimiento de Morena en la Ciudad lo volvió a poner -como a tantos otros líderes del Sol Azteca- en una posición más defensiva que ambiciosa.

El diputado demostró en los últimos comicios constituyentes que es uno de los pocos caciques que logró mantener una ventaja, aunque mínima, frente al crecimiento de los morenos. Ese resultados, de hecho, generaron que en el partido de AMLO se refuercen las estructuras en Álvaro Obregón, uno de los bastiones -junto a Iztapalapa- más codiciados para 2018. Hasta Valentina, la hermana de Martí ya está operando allí.

Ahora Luna aspira a un último gesto de Mancera: que lo incluya en el Gabinete cuando se tome licencia para empezar su campaña presidencial. Piensa que será la mejor forma para levantarle el perfil frente a los indecisos de Obregón, además de poder contar así con mayor presupuesto para su campaña.