En medio del debate de la ley de Seguridad Interior, una de las máximas prioridades para el PRI por la creciente presión que ejercen la Fuerzas Armadas, Marko Cortés lanzó en San Lázaro su propuesta de reforma política que incluye la segunda vuelta electoral en México. No fue un hecho inocente, sino premeditado: Anaya aspira a intercambiar esas leyes.

La segunda vuelta electoral es una aspiración histórica del PAN. Se trata de una herramienta electoral que, en los hechos, significaría casi un certificado de defunción para el PRI. En un sistema de ballotage, los altos niveles de imagen negativa del tricolor no le permitirían llegar con facilidad a Los Pinos.

Como ya explicó LPO, efectivamente en la bancada priista hay una fuerte resistencia al proyecto de Marko Cortés. "Todavía no se discutió en el grupo, pero personalmente estoy en contra", dijo a este medio el vicecordinador del Tricolor, Jorge Carlos Ramírez Marín.

"Los partidos de centro y centro derecha suelen ser el mayor beneficiado con los sistemas de segundas vueltas. No sabemos si el PRI estará dispuesto a pegarse un balazo en el pie. Pero con tal de evitar la llegada de López Obrador, quizás cedan. Tenemos que estar alertas", dijo un diputado moreno a La Política Online.

Aunque Morena apuesta a esa resistencia priista, en la bancada que comanda Rocío Nahle las alarmas ya se encendieron. En el partido de AMLO aseguran que un acuerdo de la "mafia del poder" para implementar ese sistema electoral en 2018 sería "inaceptable".

"Ahí sí que sería una verdadera guerra. Tomaríamos San Lázaro, volverían los plantones. Querr cambiar el sistema electoral en el mejor momento de López Obrador sería una provocación que no toleraríamos", explicaron desde el partido.