La tarde del viernes, poco antes de que Paul Ryan anunciara el fracaso de la ley de salud de los republicanos, Donald Trump firmó desde la Oficina Oval los permisos de construcción del oleoducto de Keystone, un problemático proyecto petroleros que ha provocado protestas, movilizaciones y condenas.
Durante la conferencia de prensa, Trump señaló que era un "gran dÃa para los trabajos americanos y un momento histórico para Norteamérica y su independencia energética". El presidente aseguró que se trataba del inicio de una nueva era en polÃtica energética para Estados Unidos, "que reducirá los costos para familias americanas y reducirá nuestra dependencia en petróleo extranjero", dijo.
"También quiero decir que es mucho más seguro tener oleoductos que usar otras formas de transporte", justificó el presidente.
"Cuando se complete, el oleoducto cubrirá más de 900 millas y tendrá la capacidad de entregar más de 8000 barriles al dÃa. El hecho es que esta inversión de 8 mil millones fue retrasada por mucho tiempo y es prueba de cómo el gobierno de Estados Unidos le falló a sus ciudadanos y a las compañÃas", acusó. Trump. "Hoy empezamos a corregir las cosas, damos un primer paso en tomar los trabajos, sueldos y seguridad económica de los ciudadanos estadounidenses primero. Ponemos a Estados Unidos primero".
La Dakota Access Pipeline, un proyecto similar que Trump prometió revivir en febrero pasado y que provocó fuertes movilizaciones durante 2016, es propiedad de tres firmas petroleras y cuenta con inversión de una docena de bancos internacionales; cruzará cuatro estados de la unión americana, empezando en Dakota del Norte, pasando por Dakota del Sur, Iowa y hasta llegar a Illinois. Son casi dos mil kilómetros de extensión.
A su salida de Dakota del Norte, el oleoducto pasa cerca de la reserva indÃgena de Standing Rock, y por debajo del lago Oahe, fuente de agua potable para la comunidad, lo que preocupó a grupos ambientalistas y a los lÃderes indÃgenas de la zona. En abril de 2016 miembros de las tribus de la reserva formaron un campamento cerca del RÃo Missouri, por donde también pasará el oleoducto, y protestaron contra la construcción del proyecto. Cientos de personas de todo Estados Unidos acudieron a apoyar a las tribus en su protesta. También respondieron al llamado cientos de miembros de otras comunidades indÃgenas de todo el territorio. En septiembre del año pasado hubo un enfrentamiento entre activistas y elementos de seguridad de la obra, hubo heridos y fueron usados perros de ataque contra los manifestantes. Como protesta, en noviembre se coordinaron manifestaciones en ciudades importantes de la unión americana, como Chicago, Los Angeles y Nueva York.
Las protestas, la opinión de especialistas de la ONU respecto al posible impacto negativo de la obra, y miles de solicitudes enviadas por ciudadanos al Gobierno, provocaron que el Ejército, el Departamento de Justicia, y el Departamento del Interior pausaran la construcción en zonas federales, y que solicitaran a la empresa petrolera detener la obra de manera voluntaria para realizar nuevos estudios de impacto. La empresa se rehusó, calificando las preocupaciones ambientales como "infundadas". El 1 de noviembre Obama declaró que monitorearÃa la situación de cerca y que examinarÃa con las agencias correspondientes la posibilidad de redirigir la obra a una zona que no impacte las zonas sagradas para las comunidades de la Gran Nación Sioux.
Dos semanas después, el cuerpo de ingenieros del ejército, encomendado con analizar el caso, dictaminó que el caso ameritaba "más discusión y análisis que vista de la historia de violación de tierras contra la Gran Nación Sioux, la importancia del lago Oahe para la tribu, nuestra relación gobierno a gobierno, y el estatuto que gobierna el uso de propiedad gubernamental". Tanto la empresa constructora, Energy Transfer Partners, como el gobernador de Dakota del Norte, Jack Dalrymple, protestaron la decisión del gobierno federal y lo que calificaron de interferencia polÃtica por parte de Obama.
Sin embargo, a los pocos dÃas de tomar posesión, Donald Trump firmó una orden ejecutiva impulsando la conclusión de ambos oleoductos, "bajo términos y condiciones por ser negociadas". Trump criticó las regulaciones ambientales y calificó el proceso para obtener permisos de construcción como "increÃblemente pesado, largo, y horrible". Para el 22 de febrero pasado el campamento de protesta habÃa sido evacuado.
Cuando Trump firmó la orden ejecutiva en febrero habÃa prometido forzar a los constructores a usar acero estadounidense y concesiones para los habitantes de los cuatro estados. Durante un mitin de campaña en mayo de 2016, Trump dijo que aprobarÃa el proyecto pero a cambio de un mejor trato para Estados Unidos, y que los ciudadanos se quedaran "una parte significativa de las ganancias". No logró ni lo uno ni lo otro.
El senador demócrata Ed Markey condenó a Trump en entrevista con Bloomberg, donde calificó sus promesas "tan vacÃas como el mismo oleoducto". Agregó: "Las únicas promesas cumplidas con la aprobación de estos oleoductos son las hechas a la industria petrolera, que quieren exportar este sucio petróleo a mercados extranjeros con el costo a nuestro medio ambiente y nuestra economÃa".
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