La campaña de Andrés Manuel López Obrador ingresó en una nueva y acaso hasta ahora desconocida fase. El lÃder de Morena -y sus asesores más cercanos- quieren generar un discurso, un mensaje, un acercamiento con el establishment del mundo de los negocios. Despejar dudas es el gran objetivo.
La PolÃtica Online reveló la semana pasada las reuniones que ya encabezan Adrián RodrÃguez y Mario Delgado, en la que reciben a banqueros, inversores y respetados empresarios que cotizan en bolsa. En Morena se calcula que se recibieron al menos a 30 fondos de inversión.
En esas reuniones se les pregunta a los cerebros económicos de AMLO por su programa y sobre todo en torno a la deuda pública, el manejo de la polÃtica fiscal, la autonomÃa del Banco de México y la inversión en infraestructura, entre otros puntos. "Se van tranquilos", aseguran en el grupo que encabeza Poncho Romo.
Pero un dato no habÃa sido revelado hasta ahora. En una de esas reuniones, un planteo especÃfico y directo generó momentos de mucha tensión. Fue en la junta que organizó Carlos Capistrán, economista en jefe del Bank of America Merrill Lynch en México.
Capistrán acercó a grandes inversores de los Estados Unidos, que por supuesto tienen intereses en México. "¿Se respetarán los contratos que ya se firmaron en torno a la Reforma Energética?", suele ser una de los primeros interrogantes.
En ese cónclave, uno de los invitados pidió la palabra y planteó a modo de sugerencia que López Obrador debÃa presentar un decálogo público para comprometerse a no aplicar polÃticas "chavistas".
"Creo que serÃa bueno que le propongan a su jefe que firme en público un decálogo, una carta pública, como hace ahora con los acuerdos polÃticos", planteo frente a la mirada de RodrÃguez y Delgado.
Según este inversor invitado por el Bank of America, en ese decálogo se deberÃa comprometer a no avanzar contra la propiedad privada, asegurar que no habrá expropiaciones contra las empresas, confirmar que no se aplicarán polÃticas de aranceles y que habrá autonomÃa del Banxico, entre otros pedidos.
El planteo se pareció bastante a una presión de los privados de los mercados hacia López Obrador, cuyo programa económico es uno de los puntos más flacos de campaña. No porque el proyecto sea polémico, sino porque sencillamente es el aspecto que menos se conoce.
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