Rick Perry concretó su primer viaje a Texas ya como secretario de Energía de Donald Trump. El ex gobernador de mandato más extenso en dicho Estado y en todo EU, presentó nuevos proyectos de su cartera, conversó a solas con el actual gobernador republicano Greg Abbot y, tal vez lo más rutilante para México, tuvo una larga conversación con ejecutivos del sector petrolero.

En ese encuentro Perry, que junto con Rex Tillerson son los dos texanos más influyentes de la actual administración,  dijo que la temporada veraniega llegará con incrementos del 10% en la gasolina en EU. Esto especialmente porque el crudo tiene pronósticos de precios internacionales que van en alza.  México importa gran parte de sus combustibles desde EU con lo cuál el impacto será ineludible. 

Tras la confirmación de Perry, el pasado 2 de marzo, los precios del petróleo reflejaron  importantes caídas, como no se había visto desde febrero de 2016. Esto por el hecho del crecimiento de los inventarios y la voluntad política de producir más petroleo en EU.

Sin embargo, los acuerdos internacionales rubricados en la OPEP están teniendo los efectos esperados y por eso los precios comienzan a mostrar una recuperación ya más cerca de los 60 o 65 dólares por barril que de los 50 dólares.

En enero el incremento que devino en una crisis social en el país fue del 24%. Las perspectivas que llegan desde Texas no son los mejores, especialmente si se considera que en junio el Gobierno de Enrique Peña Nieto  se juega la madre de todas las batallas en el Edomex. Una crisis como la del pasado invierno podría encerrar consecuencias devastadoras.

El gasolinazo desmoronó la popularidad de EPN y sepultó cualquier aspiración presidencial de José Antonio Meade. En ese proceso Miguel Ángel Osorio Chong directamente desapareció de la escena mediática aunque el país se incendiaba por saqueos y robos a gasolineras.