AgustÃn Carstens sigue sin aceptar la idea de que el subgobernador Alejandro DÃaz de León lo reemplace en el cargo. No es un problema de ideas, sino de agenda. El gobernador del Banxico entiende que la coyuntura actual obliga a que el titular de la polÃtica monetario sea un funcionario de amplio conocimiento del mundo y con buenos contactos en los grandes centros financieros. DÃaz de León es todo lo que se espera de un tecnócrata pero no tiene influencia fuera de México. Su principal sostén está en Los Pinos.
Ante la negativa de Carstens a tutorear a DÃaz de Léon, Enrique Peña Nieto tuvo una salida: que el gobernador permanezca en el cargo durante seis meses más y vuelva a demorar su vida en Suiza. O sea, de seguir este plan, Carstens dejarÃa su cargo casi sobre la elección presidencial.
La situación es consistente con un diagnóstico que circula hace dos meses entre quienes acceden al entorno de Peña Nieto: el presidente está implacable. Tiene la popularidad interna hundida pero el mundo lo reverencia por su pleito con Donald Trump. Habla con mandatarios de paÃses centrales y se volvió un player de la arena global. Además se muestra convencido de que el PRI va a ganar en Edomex.
Esa actitud se expresa en hechos. La determinación absoluta para que Paloma Merodio ingrese al Inegi a pesar de sus antecedentes vidriosos y del malestar del PRI en el Senado o la determinación de frenar en el Diputados la ley de Seguridad Interior.
El Banxico ofrece un escenario muy similar. DÃaz de León puede no ser el más apto pero es el que quiere el presidente. Cuando le dicen que no ofrece confianza a los mercados replica que tampoco ofrece confianza que solo Carstens sea señalado como el adecuado para manejar la polÃtica monetaria, una idea que atesora desde que se la escuchó pronunciar al secretario de Hacianda, José Antonio Meade.
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