A pesar de que la retórica que puso a Donald Trump en la presidencia se centra alrededor del nacionalismo y proteccionismo económico, sus asesores en esta área han sido todo lo opuesto. La rebeldía que Trump prometió no se ha traducido más que en sus discursos y una agresiva política migratoria. Sin embargo, donde más peso puede tener un presidente, en el comercio exterior, Trump se ha quedado, por lo menos hasta ahora, en las palabras. Hoy, por ejemplo, declaró en una entrevista que no descartaría desmantelar los bancos de Wall Street, sin considerar por supuesto que el presidente no tiene ese tipo de funciones.

Prueba de que su anti globalismo se queda en el nivel discursivo son los personajes a los que escucha en estos temas. Su equipo de asesores más cercano está poblado por veteranos de Goldman Sachs, uno de los bancos de inversión más poderosos de Wall Street.

Steven Mnuchin, por ejemplo, actual Secretario del Tesoro, estuvo casi veinte años en Goldman Sachs, donde ocupó la posición de oficial en jefe de información (CIO), un escalón abajo del director general; o Wilbur Ross, Secretario de Comercio, otro banquero de inversión con experiencia en compañías en crisis. También está Gary Cohn, quien durante diez años fue Director de Operaciones de Goldman Sachs, puesto que dejó para entrar al gabinete como asesor económico en jefe y director del Consejo Nacional Económico.

 El nombramiento de Navarro preocupó a no pocos economistas y analistas. Cuando fue anunciado llovieron artículos pronosticando un colapso de la economía global si las políticas  de Navarro eran aplicadas. 

Y luego está Peter Navarro, quien -irónicamente- Trump puso al frente del recién creado Consejo de Comercio Nacional de la Casa Blanca. Este economista de 67 años ha pasado la mayor parte de su carrera como profesor en la Universidad de California Irvine, criticando los tratados comerciales internacionales y atacando a China, a cuyo gobierno sutilmente ha calificado como "despreciable, parasítico, brutal, con puños de acero, vulgar, grosero, inmoral, inmisericorde y un poder totalmente totalitariamente imperialista que reina la principal fábrica de cáncer del mundo, y la más productiva maquila de propaganda y el más grande estado policial y penitenciario sobre la faz de la Tierra". Navarro es autor del libro Death by China (muerte causada por China).

El nombramiento de Navarro preocupó a no pocos economistas y analistas. Cuando fue anunciado llovieron artículos pronosticando un colapso de la economía global si las políticas anti comercio de Navarro eran aplicadas. Sin embargo, aunque su presencia está en línea con las medidas más globalifóbicas de Trump y sus seguidores, el anti globalismo de Navarro tiene un origen más de izquierda que conservador. Se trata de un profesor ligado fuertemente al Partido Demócrata y a los progresistas. En su opinión, tratados como el Tlcan o el TPP, que terminó su muerte lenta cuando Donald Trump llegó al poder, van en detrimento a la economía de los norteamericanos.

Una fuente del establishment económico de Washington confesó a La Política Online que Navarro "encaja perfecto porque ha atacado toda su vida a China, Alemania, Japón, etc. Por manipular sus monedas, y además tiene una filosofía de incrementar el consumo interno". Una visión que empata con lo que Trump y el equipo de la alt-right vendieron durante la campaña.

"A Navarro lo asocian con los demócratas", aseguró nuestra fuente, "vive en California, y no tiene nada que ver con el estereotipo populista que vende Trump". El profesor ha criticado especialmente la avaricia de China, su aparente desinterés por el medio ambiente, su aversión a los sindicatos y los derechos laborales. "Sin querer queriendo Navarro apoya las políticas de Trump, aunque no por los mismos motivos", aseguró la fuente.

"Creo que su nombramiento responde a que teóricamente es un liberal de izquierda".

 La presencia de Navarro en el gabinete económico podría responder también como un guiño a la industria tecnológica de California 

Hasta ahora no ha quedado claro qué tipo de influencia tenga Navarro realmente a la hora de diseñar política pública. Su rol podría estar reducido al de sus contrapartes ultra nacionalistas, personajes como Bannon cuya influencia al interior del gabinete parece ser cada vez menor.

La idea que Navarro tiene de ver el comercio internacional como un juego donde un pais gana y el otro pierde ha sido duramente criticada por el establishment, y durante su nombramiento fue lo que más preocupó a los think tanks y grupos económicos. La propuesta de Navarro para incrementar las exportaciones y alcanzar un balance mágico en el balance comercial entre las naciones para la mayoría de los académicos y especialistas es absurda e innecesaria.

La presencia de Navarro en el gabinete económico podría responder también como un guiño a la industria tecnológica de California, postuló nuestra fuente. "En la superficie las empresas tecnológicas han sido muy anti Trump, pero a la hora de la hora también quieren beneficiarse de la reforma fiscal que regalará recortes millonarios. Por su historial en la región, Navarro podría ser un enlace con este sector. Sólo hay que ver lo calladito que anda Kushner, coqueteando con Silicon Valley", dijo.

"Creo que es la válvula de escape perfecta para que izquierda, derecha y centro puedan ventilar sus frustraciones", explicó la fuente. "Con Navarro se hablará de políticas con una narrativa social, como la que vendió durante la campaña, pero poco va a hacer. No tiene poder alguno", concluyó.