
P Morgan, el mayor banco de EE UU y un coloso mundial, acaba de presentar unos beneficios de 36.431 millones de dólares, cifra récord, no vista nunca en ningún banco y con la que podrÃa comprarse al contado a toda Telefónica, a los actuales precios tanto de Bolsa como del dólar. Sólo con el beneficio de un año, que arroja un crecimiento del 12,2% respecto al anterior ejercicio, a pesar del entorno de tipos al cero y panorama sombrÃo para la banca..
Una cifra descomunal, que muestra a las claras el dinamismo de la economÃa de EE UU, pero que vuelve a poner sobre el tapete la cuestión de que una empresa no industrial sea capaz de obtener esos dividendos. Y precisamente, cuando su presidente y consejero delegado, Jamie Dimon, proclamaba recientemente la necesidad de una gestión más humana, sostenible, menos enfocada al dividendo y a la obtención de ganancias.
Durante la segunda quincena de agosto, la US Chamber, ubicada en Washington y presidida por el propio Dimon, celebró una reunión con un grupo de CEOS norteamericanos. En aquella ocasión hubo un fuerte debate sobre la obtención y reparto de beneficios de las grandes compañÃas. Frente al modelo actual de la gran mayorÃa de las empresas de convertir la distribución de beneficios en el objetivo prioritario de su gestión, hubo muchas voces que discordantes, que apuntaron la importancia de anteponer otras cuestiones. Entre estos últimos figuraban los presidentes de Johnson & Johnson o el propio Dimon. Ambos ganan más de 20 millones de dólares anuales cada uno.
"América merece una economÃa que permita a cada persona tener éxito a través de su trabajo y creatividad y a su vez disfrutar de una vida llena de sentido y dignidad", decÃa el documento de aquella reunión. El mismÃsimo Washington Post ponÃa de manifiesto que este debate llega por las grandes desigualdades económicas actuales, de las que grandes corporaciones son responsables en gran medida.
Este debate está de plena actualidad también en Europa, donde trabajadores de compañÃas como British Airways o Ryanair están exigiendo a sus respectivos equipos directivos que mejoren las condiciones laborales de las plantillas, después de los recortes experimentados durante la última crisis. Sin olvidar el recurrente asunto de las elevadas remuneraciones de los altos ejecutivos.
La propia Ana BotÃn, presidente de Santander, muestra desde su presidencia un perfil mucho más sostenible, con exposición pública en paÃses en desarrollo, objetivos ecológicos e inclusivos o, sin ir más lejos, la firma en la ONU con otras grandes 29 firmas (en octubre) de un compromiso sobre el desarrollo sostenible. Le acompañaban en la firma entidades como Allianz, Citigroup, UBS o Enel, no precisamente empresas con el perfil más amable posible en términos sociales.
Muchas de las grandes compañÃas cotizadas son literalmente exprimidas por sus accionistas financieros (grandes fondos, por ejemplo) y para ello, directivos de de estos grandes colosos no hacen sino despedir plantillas y destruir empleos... en aras de la rentabilidad, aunque, paradójicamente, necesiten una sociedad de consumo que compre sus productos. ¿Hacia una sociedad de consumo sin consumidores?
En medio de esa reflexión, las cifras de JP Morgan arrojan una "cruda" rentabilidad: con una cifra de negocio de unos 115.627 millones de dólares, los beneficios suponen un retorno superior al 30%. La única partida que no le ha crecido es la banca comercial. Sin embargo, se han disparado sus ingresos por trading y banca de inversión. Un discurso hÃper financiero que recuerda tal vez a viejas historias como Lehman Brothers, Bear Stearns, Goldman Sachs de recuerdo doloroso... y unos números que superan tanto en beneficio, como en rentabilidad y facturación a un coloso industria como Inditex, por citar un ejemplo, que crea bienes de consumo de diseño a precios democráticos.
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