Pedro Zenteno, titular de Birmex, la paraestatal a cargo de la producción y distribución de vacunas dijo en una entrevista con el matutino La Jornada que está en revisión un contrato de Birmex con la francesa Sanofi, que consiste en una asociación público-privada para envasar y distribuir vacunas, que se firmó en el sexenio anterior y que caducará recién en 2032.

Se comienza a abrir así un frente de conflicto con Francia, que igual que sucede con Canadá o España, no es una cuestión de los gobiernos sino de la inversión de empresas de dichos países en México. 

Y Sanofi no es cualquier compañía. Emmanuel Macron tiene múltiples acuerdos sanitarios con esta empresa en Francia. Desde que comenzó la pandemia recibió en por lo menos tres ocasiones a sus principales directivos en el Elíseo.

Sanofi le dio un triunfo político a Macron. Cuando el grupo dijo que su vacuna tendría por primer destino EU, el premier francés llamó al CEO Paul Hudson y lo comprometió a que de la producción inicial una parte se destinara a Francia. Cualquier afectación a Sanofi fuera de Francia tendrá la reacción inmediata de ese Gobierno del G-7.

Una situación de alta política que pudiera escapar a la percepción de un funcionario como Zenteno. Ya en agosto del año pasado, tal como reveló LPO, en la Secretaría de Salud había dudas sobre Zenteno al frente de Birmex.

Esas reservas se van confirmando, no solo con el affaire Sanofi, sino con que México tuvo enormes problemas para envasar las dosis de la vacuna de AstraZeneca que llegaron desde Argentina y que en gran parte debieron ser enviadas en envasar a EU.

 La realidad es brutal: Zenteno no tiene ni los conocimientos mínimos para conducir la empresa estatal a cargo del envasado y la distribución de la vacuna. Llegó al cargo luego de que se frustrara la llegada de David León, salpicado en escándalos que envuelven a la familia presidencial, y se empeña en recordarle a sus interlocutores que él es amigo personal del presidente.