No se detiene la lluvia de ideas e innovaciones de cara a la asamblea nacional del PRI. A las propuestas de cambiar el nombre del partido y de crear una oficina para detectar candidatos corruptos, ahora se suma una idea mucho menos estrambótica pero -por eso mismo- más destacada: modificar los criterios de antigüedad para ser candidato a presidente.

Actualmente para lograr una nominación presidencial se exige una militancia probada de 10 años dentro del tricolor. Ahora la idea que llega desde Los Pinos es eliminar esa cláusula para dar pie a un fenómeno cada vez más comentado en los círculos de poder: crear una candidatura ciudadana que tenga el respaldo del partido.

Otro cambio que tiene más que ver con el marketing y el discurso que con la política dura. Todas las ideas que afloran de los Los Pinos van en esa dirección: la marca PRI está desprestigiada; se requiere cambiarla. El PRI es visto como un partido corrupto, por lo que debe crearse una oficina especial para ese tema y, lo más reciente, los candidatos ciudadanos parecen estar de moda entonces el PRI podría encumbrar a uno de ellos. 

Los focus groups y los sondeos privadísimos que encarga el publicista presidencial Alejandro Quintero, son los que están generando la agenda de la asamblea partidista. Siempre con el obvio malestar de la vieja guardia y de los gobernadores.

La lógica de la candidatura ciudadana es la búsqueda de una figura de fuera del partido para sostener al sistema. Puede ser un empresario encumbrado, un alto oficial del Ejército o una figura taquillera por distintos motivos. No es nuevo: a principios del 2000 ya Carlos Salinas de Gortari hablaba de candidaturas ciudadanas avaladas por el PRI.

A esto se suma otra realidad imperante: en las encuestas que maneja el Gobierno ningún miembro del Gabinete está por encima de los 8 puntos. La candidatura ciudadana es una tercera vía para evitar regalarle la nominación a la liga de gobernadores.