El pasado 4 de mayo, Donald Trump reunió en el llamado Rose Garden de la Casa Blanca al equipo de asambleÃstas republicanos que, liderados por Paul Ryan, "lograron" pasar la propuesta de salud (Trumpcare) en un Congreso dominado por ellos mismos. Un triunfo.
Las conferencias de ese tipo en el jardÃn de la residencia oficial suelen reservarse para celebrar la aprobación de una ley impulsada por el presidente, pero se celebra cuando ya ha sido pasada en ambas cámaras, no sólo en una.
Desde entonces Trumpcare está en el Senado, donde tendrá que conseguir 50 votos para que, con el voto extra del vicepresidente Mike Pence, finalmente sea aprobada y Obamacare eliminado. En este momento hay 52 senadores republicanos en el Senado, entre ellos las senadoras Susan Collins de Maine y Lisa Murkowski de Alaska, quienes posiblemente votarán en contra de la ley.
Otros que se han mostrado escépticos son los ultraconservadores Mike Lee de Utah, y Rand Paul de Kentucky, quienes básicamente no creen que deba existir un Gobierno Federal, ya no digamos un plan de salud universal. Es decir, los republicanos no pueden costear perder ni un voto más.
De acuerdo a la Oficina de Presupuesto del Congreso (CBO), órgano apartidista dedicado a analizar el impacto que las leyes tendrán en la población y en el presupuesto, hasta 23 millones de personas podrÃan quedarse sin seguro médico bajo el modelo propuesto por los republicanos.
En un hecho inédito, los republicanos en la Asamblea de Representantes aprobaron la ley antes de que la CBO hiciera público su análisis del impacto de Trumpcare, una movida por la que los demócratas hubieran sido crucificados cuando aprobaron Obamacare hace unos años. De hecho, comparar el proceso de aprobación del Obamacare con el de Trumpcare resulta ridÃculo. La propuesta de Obama fue discutida, enmendada y debatida en comisiones durante un año y medio, mientras que el sistema de salud de Trump no ha pasado por filtros ni la mitad de rigurosos.
Hace unos años, Paul Ryan tenÃa la reputación de ser un experto en polÃtica pública, y los medios conservadores lo vendÃan casi como un genio ideólogo obsesionado con la minucia y los detalles de las grandes propuestas de ley. Sin embargo, desde que llegó a la presidencia de la Asamblea de Representantes el año pasado, su figura ha ido disminuyendo.
La iluminación adicional que le trajo el puesto como presidente de la Cámara de Representantes no le ha ayudado para nada. Poco a poco Ryan ha demostrado ser un operador legislativo poco efectivo, sin la capacidad de unificar los distintos sectores del Partido Republicano.
La historia en el Senado es otra. Mitch McConnell, lÃder de los republicanos, es un operador parlamentario con más de 30 años de experiencia en la cámara alta, capaz de unificar a los senadores de su partido alrededor de una causa legislativa común con una capacidad que poco tienen.
McConnell, a diferencia del ultra conservador-libertario Ryan, no es un creyente. Su misión es pasar Trumpcare y darle un triunfo al partido, y es muy probable que lo logre. En este momento el senador por Alabama y un reducido grupo de asesores están haciendo puntuales modificaciones para satisfacer a todas las facciones republicanas del Senado y conseguir aprobar el desastre legislativo conocido como Trumpcare.
Hace una semana se supo que las modificaciones de McConell y su equipo estaban casi terminadas. Cuando un reportero del portal Axios le preguntó a uno de los asistentes del lÃder republicano si pensabas publicar el manuscrito de ley, éste le respondió "no somos estúpidos".
Saben que pasarÃa lo mismo que le pasó al primer intento de Trumpcare a inicios de año, cuando miles de ciudadanos llamaron sin parar a sus representes y protestaron en sus eventos públicos. Ryan no consiguió los votos necesarios para aprobar la propuesta y tuvo que regresarla al horno.
El proceso ha sido tan poco transparente que el borrador no ha sido presentado ni siquiera a los propios senadores republicanos. Hasta ahora se cree que sólo conocen la propuesta un puñado de personas, y asà será presentada ante el Pleno.
"El proceso de los republicanos es vergonzoso. Es inaceptable. Le deben más a los norteamericanos. Su plan jamás debe convertirse en ley". Bernie Sanders, senador de Maine y excandidato presidencial demócrata.
"Todo republicano está intentando conseguir el sÃ", declaró el senador republicano de Wyoming, y aceptó que todavÃa existen "diferencias de opinión respecto a los detalles" de la ley".
Ayer los demócratas en Senado, liderados por el senador Chuck Schumer, prometieron usar estratagemas parlamentarias para retrasar los trabajos en la cámara alta y de alguna manera detener a los republicanos. Los demócratas no tienen los votos necesarios para detener la ley, por lo que sus esfuerzos se centrarán en denunciar la falta de transparencia bajo la que están actuando los republicanos.
La tirada de McConnell es lograr meter la propuesta a voto antes del receso por el 4 de julio que tendrá lugar a finales de la próxima semana. El cálculo es que si los senadores republicanos se regresan a sus ciudades de origen antes de votar la ley, serán presionados por sus votantes para que no la aprueben. Esto podrÃa debilitar la unidad del grupo. De ahà la prisa del lÃder republicano por pasar una reforma... la que sea.
Schumer declaró ayer que si los republicanos no ceden y abren la ley a debate para que los ciudadanos la conozcan, "no deben esperar que en el Senado las cosas caminen normales". Entre las estrategias que piensan aplicar se encuentran maniobras de procedimiento que pueden alentar la rutina en la cámara. "Son apenas los primeros pasos que estamos preparados a tomar para echar luz sobre esta vergonzosa ley Trumpcare", dijo el senador de Nueva York.
La crÃtica no sólo ha venido de los demócratas. La senadora Collins, republicana del ala moderada, criticó la estrategia que McConnell está aplicando, y afirmó que la forma de pasar legislación sensata era a través de comités de debate y audiencias públicas.
Mientras tanto, hace unos dÃas se filtró que Donald Trump finalmente le habÃa echado un ojo a la ley aprobada en la Asamblea de Representantes hace meses; la misma que durante aquella conferencia de prensa victoriosa en el Rose Garden de la Casa Blanca calificó como "increÃblemente bien redactada". ¿Cómo la describió después de leerla? El presidente dijo que le habÃa parecido "cruel".
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