El principal debate que por estas horas sobrevuela a la cúpula es sobre si el titular del Cisen, Eugenio Imaz, deberá se presentará ante la Comisión Bicameral de Seguridad Nacional para aportar detalles sobre las revelaciones del New York Times sobre supuestas maniobras de espionaje a periodistas y activistas mediante el spysoftware Pegaso.

Imaz, una posición directa de Miguel Ángel Osorio Chong, no apareció ni cuando fue la crisis por la desaparición de los normalistas de Ayotzinapa ni cuando el Chapo Guzmán se fugó de su cautiverio mientras era vigilado por efectivos del Cisen.

Pero el escándalo está creciendo y en Los Pinos creen necesario dar algún tipo de respuesta más institucional que el comunicado emitido en la noche del lunes. El caso se expande a la política: el gobernador de Nuevo León Jaime Rodríguez ya se dice espiado así como también Ricardo Anaya. Y esta noche habría video de AMLO denunciando algo similar. 

Imaz ha ocupado cargos de peso en la política de Hidalgo, fue funcionario en la embajada mexicana de Canadá y ahora dirige el espionaje mexicano con un perfil subterráneo debido a complicaciones de salud.

Su aparición ante los legisladores es la única viable ya que, según lo entienden en Los Pinos, ni Raúl Cervantes ni Osorio Chong y tampoco Salvador Cienfuegos están en condiciones de declarar sobre el uso de Pegaso.

La estrategia que se conversa por estas horas es la esperable. Imaz explicará, a puertas cerradas, cuáles son los peligros a la seguridad nacional que motiva el uso de ese poderoso programa. Claramente será un relato más truculento que la vida de periodistas o políticos.

El Gobierno gira en su estrategia porque pasa de minimizar la situación a imaginar salidas más reales para la misma. El martes por la mañana el comentario era que la investigación era contradictoria e inconsistente y que no valía la pena responder. Bastaron 24 horas para algo que suena impensado: que el jefe de los espías salga a escena.