En 2010 el Partido Demócrata perdió la mayoría que mantenía en el Congreso de los Estados Unidos, y a partir de ese momento, a pesar de tener a un presidente en la Casa Blanca, el partido tuvo que concentrarse en la defensiva. Durante los siguientes siete años, el partido progresista ha resistido los embates de un congreso republicano enfocado en destruir la ley epitome de la presidencia de Barack Obama: la Affordable Care Act, mejor conocida como Obamacare. Todo eso cambió el viernes pasado.

Después de seis meses con el control de ambas cámaras y la presidencia, el Partido Republicano no ha sido capaz de aprobar una alternativa para el sistema de salud aprobado durante la era de Obama; sistema que con el paso de los años ha crecido en popularidad de manera lenta pero segura. Hoy, Obamacare es más popular que el presidente obsesionado con destruirlo, quien esta semana volvió a romper récords con los niveles más bajos de aprobación para un presidente de seis meses.

El panorama que ha dibujado Trump y otros políticos del ala conservadora dista mucho de la realidad

Lo que sucedió el viernes fue más un fracaso de los republicanos que un triunfo de los demócratas. Lo cierto es que el partido liberal no ha sido capaz de venderle a los votantes las ventajas del sistema de salud de Barack Obama. No que sea exclusivamente culpa de ellos. A diferencia de Trump, Obama impulsó su propuesta de salud durante un año y medio antes de meterla a votación y, luego de eso, en los años subsecuentes, intentó hacer ruido de los beneficios.

El principal obstáculo al que se enfrentó en aquel momento Obama y ahora los legisladores y gobernadores demócratas, es que los votantes conservadores consumen sólo Fox News y comentaristas de radio conservadores, quienes les han vendido que el sistema de salud actual es un fraude. Es innegable que Obamacare tiene sus problemas, sobre todo para aquellas familias de clase media que antes podían pagar un seguro con mínimas coberturas y que, debido a las regulaciones del nuevo sistema, hoy están pagan dos o tres veces más que antes de Obama. Sin embargo, el panorama que ha dibujado Trump y otros políticos del ala conservadora dista mucho de la realidad.

Han descrito el sistema de salud como un fracaso esperando a suceder. Han dicho que los mercados de las aseguradoras se están desplomando, lo cual es falso. En realidad, con el paso de los años la mayoría de los mercados en los estados se ha fortalecido, aunque el apoyo del Gobierno Federal sigue siendo indispensable.

La semana pasada lanzaron una nueva campaña de comunicación alrededor del slogan "A better deal" (un mejor trato), que hace eco del plan económico New Deal, impulsado por Franklin Roosevelt para sacar a Estados Unidos de la Gran Depresión.

Tras el fracaso de los Republicanos por destruir Obamacare, desde la semana pasada los demócratas decidieron cambiar de estrategia

El Better Deal de los demócratas, según explicó Chuck Schumer, líder de la bancada en el Senado, es comunicar las verdaderas prioridades del partido: "Demasiados norteamericanos ignoran qué es lo que apoyamos", dijo el senador, "no después de hoy".

Durante la campaña presidencial de 2016 la estrategia del partido fue denunciar a Donald Trump y básicamente decir que la alternativa era mejor. Sin embargo, fallaron magistralmente en explicar qué representaba Hillary Clinton, además de no ser Trump.

Tras el fracaso de los Republicanos por destruir Obamacare, desde la semana pasada los demócratas decidieron cambiar de estrategia. El viernes no sólo representó el probable final de la estrategia ofensiva de los republicano. Al fracasar la embestida republicana, también significa que los demócratas ya no pueden limitarse a defender el imperfecto sistema de salud de la era Obama; ahora tienen que prepararse para arreglarlo.

Diez asambleístas demócratas ya entraron en acción. La semana pasada presentaron un plan de diez puntos para parchar los problemas de Obamacare. El plan contempla crear un fondo de 15 mil millones de dólares anuales para sustentar pagos a las aseguradoras y evitar el colapso de los mercados; continuar el apoyo a las firmas de seguras; incrementar la estrategia de marketing y comunicación para asegurar que la gente adquiera sus seguros médicos en las épocas clave del año; expandir los créditos fiscales a más ciudadanos, entre otras medidas.

El presidente, ante uno de los más grandes fracasos de su corta administración, se niega a soltar la toalla. Apenas el sábado lanzó un tuit demandando que la pelea por destruir Obamacare no termine todavía

Algunos republicanos moderados ya se han unido a un equipo de trabajo bipartidista para llegar a una solución, algo que Mitch McConnell y el resto de los líderes del partido intentaron evitar a toda costa.

Por su parte, el presidente, ante uno de los más grandes fracasos de su corta administración, se niega a soltar la toalla. Apenas el sábado Trump lanzó un tuit demandando que la pelea por destruir Obamacare no termine todavía:

"A menos que los senadores republicanos sean fracasados, ¡repeler y reemplazar no está muerto! ¡Demandemos otro voto antes de votar otra ley!".

Trump no se limitó a demandar acción de los legisladores de su partido, sino que amenazó con cortar los subsidios federales que permiten la supervivencia del sistema de salud, una decisión que podría costar a millones su protección en salud. 

Otro camino para los republicanos sería posponer su soñada reforma fiscal, en la que contemplan otorgar miles de millones en recortes al top 1% de la población, para seguir presionando con la reforma en salud. 

El camino más sensato y coherente para ambos partidos es sentarse y redactar una legislación bipartidista que arregle las fallas del sistema actual y, como lo han sugerido especialistas en temas internacionales, darle algo a Trump que se asemeje a un triunfo que le pueda vender a su base.