Donald Trump está teniendo el peor mes de su corta presidencia, y es mucho decir considerando las crisis -siempre provocadas por él mismo-que Trump ha enfrentado los último 7 meses. Ayer el presidente, a quien ya le urgÃa uno de sus rallies de campaña rodeado de adoradores fans, ofreció un discurso en Phoenix, Arizona, ante miles de seguidores, mientras en las calles de la ciudad miles de manifestantes protestaban contra el presidente y, lo que muchos consideran, su aprobación sutil de los neonazis y supremacistas blancos que hace dos semanas protestaron violentamente en Virginia, cobrando la vida de una manifestante antifascista.
Si bien tuvo los elementos tradicionales de un evento de campaña de Trump, esta vez el presidente parecÃa particularmente violento. Especialmente con los medios de comunicación, a quienes acusó de ser unos enfermos y condujo cantos de repudio - "¡CNN apesta!" -contra los reporteros presentes.
En algún momento confirmó, aunque sutilmente, que el sheriff Joe Arpaio, el racista que fue declarado culpable de violar la orden de una corte federal al seguir deteniendo latinos sólo por su apariencia, "no tiene nada de que preocuparse"; y aunque se negó a anunciarlo abiertamente, hoy la Casa Blanca confirmó que Trump otorgarÃa un perdón presidencial al sheriff, quien corre el riesgo de pasar hasta seis meses tras las rejas por desacato.
Durante 16 minutos Trump habló sin parar del mensaje que ofreció el dÃa de la tragedia en Charlottesville, y aseguró que las crÃticas de los medios eran infundadas. Y aunque volvió a condenar la violencia, acusó a los medios, "los muy deshonestos medios", de las acusaciones falsas en su contra:
"Es gente muy deshonesta en los medios, inventan historias", dijo. "No reportan los hechos. Asà como no quieren reportar que yo hablé fuerte en contra del odio, fanatismo y violencia y condene duro a los neonazis, a los supremacistas blancos y al KKK".
Trump leyó partes de su mensaje, pero evitó mencionar las palabras que provocaron la condena de la clase polÃtica entera: "ambos bandos", término que el presidente utilizó para culpar tanto a los neonazis como a los antifascistas de la violencia en Virginia.
El presidente se quejó de que sus palabras nunca eran suficientes para los medios: "¿Por qué le tomó un dÃa? Debe ser racista", se burló imitando la hipotética voz de los medios de comunicación.
Aprovechó también para atacar a las llamadas "elites", los empresarios y polÃticos que nunca han aceptado a Trump como uno de ellos y ven sus edificios con su nombre en letras doradas y su amor no-irónico por lo kitsch como vulgares vestigios del exceso capitalista.
"Yo vivo en un apartamento más hermoso -y ahora en la Casa Blanca que es maravillosa-y estudié en mejores escuelas que ellos", se defendió el presidente de sus crÃticos invisibles.
Sin embargo, para México hubo dos frases de Trump que podrÃan ser de gran. Cuando habló de los "terribles" acuerdos comerciales de los que habÃa sacado a Estados Unidos, principalmente el TPP, Trump aseguró que ya se estaba negociando con México y Canadá una mejor versión del Tlcan, y pidió disculpas por la tardanza. Y entonces dijo: "probablemente terminaremos por matar el Tlcan en algún punto", y después de una pausa matizó: "probablemente".
Más adelante, Trump amenazó con forzar una suspensión del Gobierno Federal si el Congreso se niega a aprobar dinero para construir el célebre muro fronterizo, monumental obra que se antoja imposible para todo el mundo excepto para el presidente.
"Construyamos el muro", replicó Trump los cantos de sus seguidores. "Ahora, los demócratas obstruccionistas no quieren que lo hagamos. Pero créanme, aunque debamos suspender el gobierno, vamos a construir ese muro".
Los lÃderes demócratas en el Congreso no se tardaron en responder la amenaza del presidente. Chuck Schumer, lÃder de la minorÃa en el Senado, declaró a través de un comunicado que "si el presidente persigue este camino, en contra de los deseos tanto de republicanos como de demócratas, asà como de la mayorÃa del pueblo norteamericano, él se dirigirá rumbo a una suspensión del gobierno, que a nadie le va gustar y que no va a lograr nada".
Paul Ryan, el republicano presidente de la Asamblea de Representantes, intentó matizar las palabras del presidente, y aunque aseguró que su partido sà apoyaba la creación de una barrera fronteriza, dijo que "nadie está interesado en tener una suspensión del gobierno. No creo que le convenga a nadie". El lÃder republicano sugirió que necesitarán más tiempo para armar un presupuesto completo, y que lo más probable es que se aprobara una resolución de continuidad con el presupuesto del año pasado. Es decir, por lo menos este año suena improbable que el Congreso apruebe fondos para la mega obra.
El presupuesto del año pasado expira el 30 de septiembre, por lo que el Congreso tendrá que aprobar una nueva versión o pasar una resolución de continuidad para esa fecha. La última vez que hubo una suspensión del Gobierno Federal fue en 2013, cuando los republicanos, impulsados principalmente por el senador Ted Cruz, sabotearon el presupuesto como protesta a los fondos que demandaba la operación de Obamacare, el plan de salud de Barack Obama. La suspensión duró dos semanas.
Con cualquier otro presidente estas amenazas pondrÃan bajo alerta a la cancillerÃa mexicana, sin embargo, al tratarse de Trump, quien se ha hecho célebre por sus amenazas vacÃas, es de esperarse que se tomen las cosas con más calma.
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