En el contexto de un posible fracaso en las renegociaciones del TLCAN, México dijo tener un Plan B que consiste en diversificar los socios comerciales y así, reducir la dependencia con Estados Unidos. El proyecto resulta necesario e incluso, muchos apuntan a que tenía que ser una apuesta de hace ya tiempo atrás. Sin embargo, la falta de infraestructura pone en riesgo el objetivo.

Actualmente, el país cuenta con un comercio exterior que se enfoca en un 80% en Estados Unidos y el 20% en el resto del mundo, y a si ha sido por los últimos 23 años. Este escenario explica el por qué la infraestructura y logística enfocada en el comercio esté pensada hacia el intercambio con nuestro vecino del norte, sin embargo un comercio hacia latitudes como Asía se ve restringida. 

La idea de diversificar el comercio es bien celebrada en el mercado y entre los empresarios, pero al día de hoy pensar en su materialización se antoja como un reto gigante ante la falta de infraestructura es limitada pues "no tiene flexibilidad para virar hacia otros países", opinan expertos en diálogo con La Política Online.

Y es que la inversión pública para infraestructura ha sido la más castigada en los últimos paquetes presupuestales, reduciéndose cada vez más. El economista Gerardo Esquivel denunció recientemente que el nivel de inversión pública destinada en este año ha caído en el peor nivel en los últimos setenta años.

No solo eso, en el ranking del Banco Mundial nos ubica en los lugares más bajos en este sector, quedando muy rezagados frente a la región. Sobre todo, las calificaciones más bajas se observan en infraestructura aeroportuaria y muy por debajo de la media en cuestión de puertos. Mientras que en cuestión de carreteras es donde hay mayor avance.

En este panorama los expertos ven difícil que el Gobierno logre este objetivo en el corto plazo. "No sería ni en el mediano plazo, pienso que sería una cuestión de largo plazo para que el país pueda abrir a otros mercados. Estamos muy rezagados en términos de infraestructura", explicó Marco Medina, especialista en el sector de Grupo Financiero Ve por Más.

Para el economista Julio Soto, de Relaciones Internacionales S.C., el proyecto sería viable en unos cuatro o cinco años y "solo si en la siguiente planeación de infraestructura para el próximo año ya se contempla la diversificación de mercados", es decir, se deje de priorizar los recursos en carreteras. "En ese tiempo la expectativa es que la dependencia pudiera bajar a un 70% con EU", consideró el especialista.

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De acuerdo con esta consultoría, lo ideal en términos de comercio exterior sería una balanza de 60% a Estados Unidos y 40% al resto del mundo. En el escenario planteado a cinco años, la dependencia hacia nuestro vecino del norte se reduciría solo 10%.

Pero además, la inversión en infraestructura presenta otros retos: en términos de inversión privada, la inseguridad que ha tenido fuertes efectos en ella; y en segundo lugar la incertidumbre del devenir del TLCAN. El temor de que pueda fracasar podría frenar o poner en pausa los recursos privados. En cuestión del presupuesto del Gobierno existe la presión de las finanzas en un contexto espinoso para el 2018, peleando entre inflación, tipo de cambio y baja en los precios del petróleo.

Para los expertos sería importante, aun así, comenzar a focalizar los recursos en otras estrategias como las plataformas logísticas, que ya empiezan a desarrollarse en algunas regiones del país como Sinaloa o Manzanillo, pero sin el auge suficiente, según explica Soto.

Por su parte, Medina recuerda también que el nuevo Aeropuerto de la Ciudad de México es un proyecto que ayudará a dinamitar esa inversión, sin embargo éste también se encuentra bajo fuertes presiones para su conclusión.