Para enero de 2018 debería de haber otra alza en el precio de las gasolinas de al menos 20%, aseguran los gasolineros, argumentando el incremento en el precio del combustible a nivel internacional y la presión que está significando en ellos, el subisido que da el Gobierno.

La exigencia se da en medio del proyecto de apertura del mercado de las gasolinas del Gobierno, que incluye la flexibilización de los precios y se contrapone con la promesa de que, a pesar de este proceso, no se vería otro gasolinazo.

Para finales de este noviembre, el Gobierno considera que la apertura de este mercado deberá estar completa al 96%, y de acuerdo con el titular de la Comisión Reguladora de Energía (CRE), Guillermo García Alcocer, otro incremento en el precio de las gasolinas estaría descartado.

"Estaremos recibiendo diariamente los precios de cada gasolinera de la región y estaremos supervisándola en paralelo con otras autoridades para ver que haya un comportamiento razonable, pero ya es una supervisión en la que se busca privilegiar el piso parejo, en la que se busca que las prácticas comerciales sean adecuadas y ya es una supervisión moderna", justificó en una entrevista a medios el 30 de octubre.

Eso, para evitar el descontento social que derivó en una fuerte movilización de la sociedad civil tras el alza en las tarifas del combustible en enero de este año.

Sin embargo, los gasolineros recienten otras presiones. En diálogo con La Política Online, fuentes dentro de la Onexpo, explicaron que las utilidades de sus asociados gasolineros han estado cayendo por el estímulo fiscal que el Gobierno impuso al IEPS, precisamente para amortiguar los movimientos en el energético.

El otro punto de presión proviene de la  Asociación Mexicana de Empresarios Gasolineros (Amegas). En una entrevista para el diario El Universal, publicada este jueves, Pablo González, de esta asociación, expuso que un alza en las gasolinas "es una posibilidad latente", por el incremento de los precios en el mercado internacional.

De igual manera expone que con el estímulo fiscal,  el Gobierno "ha mantenido por razones políticas y no económicas, artificialmente los precios".

Este punto se ha vuelto una verdadera encrucijada para la administración a cargo de Enrique Peña Nieto, pues ha impactado en la recaudación tributaria volviéndose un importante elemento de presión. Por ejemplo, al tercer trimestre de este año, los ingresos tributarios solo crecieron 1%.