El flamante presidente chileno Sebastian Piñera eludió una foto con Ricardo Anaya quien planeaba viajar a Sudamérica para reunirse con el mandatario. La agenda internacional del candidato termina de este modo con un sabor agridulce: fue a a Alemania donde apenas logró una foto de ocasión con Angela Merkel, suspendió el viaje a Washington por pedido de Jorge Castañeda y se cayó el viaje a Chile.

La negativa de del conservador Piñera debe entenderse desde su dimensión interna y externa. En el primer aspecto no se puede omitir que Piñera logró desbancar a la Concertación (socialdemócrata) en gran medida gracias a los escándalos de corrupción que sacudieron a la administración saliente de Michel Bachelet. Desde hace algunos años este es un tema en la política chilena y ahora se ha vuelto gravitante. No era conveniente para Piñera mostrarse con un candidato que carga duras acusaciones en su país de origen, como es el caso de Anaya.

Luego esta el plano regional. Piñera asume a México como un aliado crucial en el nuevo escenario comercial tras la firma del TPP en Santiago de Chile. Enrique Peña Nieto viajó a su toma de protesta y es lógico que el mandatario entrante  no quiere ninguna tensión con Los Pinos.

El primer gobierno de Piñera  (2010-2014) estuvo enfocado en la gestión y la reconstrucción del país, luego de un terremoto que destruyó el centro-sur de Chile pocos días antes de asumir. Realizó un buen Gobierno, con un crecimiento promedio de un 5,3%, pero fue un presidente impopular que tuvo que enfrentar las movilizaciones estudiantiles en reclamo de una educación pública.

En esta segunda ddministración, Piñera recibe un país distinto. No existe ningún consenso sobre si Chile avanzó o retrocedió en estos últimos cuatro años, porque el legado de Bachelet sigue siendo el principal asunto de debate de política chilena.