Un estudio publicado en la revista especializada en estadística The American Statistician, concluyó que en la mayoría de los casos, enviar a las fuerzas armadas a una ciudad que sufre de violencia por el crimen organizado, sólo empeora las cosas.
La nota publicada por el New York Times (NYT) narra un ciclo familiar para todos los mexicanos: el narco genera violencia en una ciudad, los ciudadanos demandan ayuda al gobierno, el gobierno envía al ejército, la violencia no desaparece.
Un análisis estadístico de los homicidios en 18 regiones de México durante la administración de Felipe Calderón, indicó que en 16 de esas zonas la presencia de soldados no redujo la violencia. De hecho en zonas como Acapulco y Tijuana el número de homicidios despegó a partir de la presencia de militares.
Aunque para muchos en México estas revelaciones no son nada sorpresivas, la administración actual de Enrique Peña Nieto no parece dispuesta a retirar las fuerzas armadas de la luchar contra el narco.
El estudio, que lleva por nombre “¿Acaso las intervenciones militares en México incrementaron la violencia?”, indica que “de hecho la intervención de los soldados conduce –sobre todo en el corto plazo- a una escalada en los índices de homicidio”, según declaró una de las autoras, Valeria Espinoza, especialista en estadísticas con un doctorado por la universidad de Harvard. En el mejor de los casos la llegada del ejército no tiene ningún efecto en el número de homicidios, agrega el trabajo.
Con la colaboración de su colega Donald Rubin, profesor de Harvard, el método de Espinoza fue comparar regiones ocupadas por el Ejército con regiones de características similares, pero en las que no había existido intervención militar.
La dupla tomó en cuenta también las zonas cercanas a las ciudades grandes intervenidas, ya que en muchos casos cuando el ejército comienza a patrullar, los criminales migran a zonas cercanas. Lo que en México se conoce como “efecto cucaracha”, similar a cuando fumigan un restaurante chino y los insectos huyen a los locales aledaños.
Un caso que llamó la atención fue el de Ciudad Juárez, que tras una intervención militar en 2008 se convirtió en la ciudad más violenta del mundo, con una cifra de homicidios de 200 por cada 100,000 habitantes en 2010.
Sin embargo, la situación ha mejorado en Ciudad Juárez, el International Crisis Group, consultado por el NYT, atribuyó la caída de la violencia a la intervención de la ciudadanía y sus demandas de mayor responsabilidad a las autoridades locales, así como la inversión pública en programas sociales y las reformas aplicadas a la policía local y al sistema judicial.
Espinosa indicó que les hizo falta integrar a su trabajo variables adicionales como inteligencia militar sobre los carteles, las rutas de trasiego, y la localización de sembradíos de droga. Estos datos hubiesen servido para entender mejor si la intervención militar directa incrementa o no la violencia.
La especialista enfatizó su metodología y la integración de data adicional podrían ser usadas por el Estado para crear una política de combate al crimen más efectiva.
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