Joaquín “el Chapo” Guzmán durmió la noche de ayer en Estados Unidos, no como antes (lleno de lujos, excesos y placeres) sino en medio de cuatro paredes grises, uniformado con un atuendo anaranjado y degustando una modesta cena sin sal. Por primera vez para el capo, sufre el encierro sin la certeza cercana de salir o escapar.

Dos horas duró su traslado a Norteamérica: de su habitación en el Cefereso 9 de Ciudad Juárez al aeropuerto internacional Abraham González y, a continuación, a la Corte Federal de Distrito de Nueva York, custodiado en todo momento por la DEA.

El ex líder del Cártel de Sinaloa, quien logró pactar con competidores y enemigos y así fundar “La Federación” (que para algunos analistas continúa operando bajo el mote del Cártel del Pacífico), llegó a amasar una fortuna y un poder que lo llevaron a aparecer en la lista de los hombres más ricos del mundo y, al mismo tiempo, en la lista de las personas más buscadas por Estados Unidos, sólo después de Osama bin Laden.

Ironías de la vida. El futuro del “Jefe de jefes” está en manos de un político, no como los muchos que compró y usó aquí en México, más bien se trata de un senador norteamericano: Jeff Sessions, quien espera ser confirmado como el nuevo Fiscal General.

"Joaquín Archivaldo Guzmán Loera, conocido por varios apodos incluyendo El Chapo, ha sido extraditado y se encuentra en camino a Estados Unidos para enfrentar los cargos criminales por los delitos cometidos durante su liderazgo en la organización criminal mexicana conocida como Cártel de Sinaloa", se lee en la tarjeta informativa que envió Sessions desde su despacho en el edificio Robert F. Kennedy.

El futuro del Jefe de jefes está en manos de un político, muy distinto a los muchos que compró y usó en México. Se trata del senador Jeff Sessions, del ala más dura del Partido Republicano.

Para nadie es un secreto que la intención de extraditarlo es conocer a fondo los vínculos del cártel con los gobiernos en ambos lados de la frontera. Y el futuro procurador de justicia norteamericano es un hombre duro, que no inspira negociaciones fáciles y que no teme presentar una imagen intolerante ante los medios.

"Guzmán Loera enfrentará seis acusaciones separadas a lo largo de los Estados Unidos", escribió el republicano de Alabama, tierra de Zelda Fitzgerald y Forrest Gump.

Organizaciones defensoras de los derechos humanos han solicitado al Senado de Estados Unidos que Sessions no sea ratificado en el cargo. Lo acusan de racista, de apoyar las deportaciones masivas y de no tener miedo a ser homófobo en un mundo políticamente correcto. Está a la derecha de la derecha. Ultraconservador es sólo una forma elegante de describir su intransigencia. Sería capaz de corregir al nuevo presidente cuando éste no sepa pedir las cosas. "Diré NO a Trump si se excede en su poder", advirtió unos días atrás el senador. Mucho menos cederá ante la DEA ni ante al FBI.

El titular del Departamento de Justicia hará su trabajo sin tocarse el corazón, por ello en el entorno cercano al capo temían su inminente extradición. Lo confesaron cada vez que pudieron sus distintos abogados y su esposa, Emma Coronel.

El Chapo Guzmán al llegar a Estados Unidos.

Es el mismo temor que crece en algunas estructuras del poder en México: desde gobiernos estatales hasta en las secretarías de estado; en particular, Gobernación. Miguel Ángel Osorio Chong quedó muy mal ante las autoridades de seguridad norteamericana luego de que Joaquín Guzmán construyera un túnel de 1.5 kilómetros de largo para fugarse de El Altiplano en sus narices, aunque luego lo recapturó y lo encerró de nuevo en el Estado de México. Motivo suficiente para que el gobernador priista Eruviel Ávila ponga sus barbas a remojar.

Otro que está en la mira de Jeff Sessions es el ex titular de la Comisión Nacional de Seguridad (CNS), Monte Alejandro Rubido, quien más que ninguno tuvo a su cargo la responsabilidad de vigilar -las 24 horas de día- al hombre de Bariraguato. Su inmediata renuncia, en agosto de 2015, ratificó su fracaso. 

Sin embargo, una persona está involucrada con "El señor de la montaña", pues también fue obligación de la ex procuradora Arely Gómez no quitar los ojos de encima un solo momento de quien amenazaba la seguridad nacional, aun estando en prisión.

Pena de muerte

La Secretaría de Relaciones Exteriores (SRE) emitió un comunicado en el que informó que el gobierno de los Estados Unidos solicitó su consentimiento para juzgar al Chapo por otros delitos que no son los mismos por los que se aceptó la extradición en mayo de 2016; entre ellos, "homicidio", lo cual implicaría la pena capital en la nación del norte.

Nueva ironía: Donald Trump iniciará su administración recibiendo mexicanos con un montón de problemas ("que traen drogas, crimen, y son violadores"), no deportándolos.

Es poco probable que Joaquín Guzmán Loera sea ejecutado. Lo que es un hecho es que pasará un largo tiempo en prisión, donde tendrá la oportunidad de comer dulces y terminarse montones de cacahuates, además de ver nuevas series de narcos.

"En cuanto ves a sus ojos puedes notar la sorpresa, el shock, y hasta cierto punto puedes ver el miedo que comienza a golpearlo porque, de hecho, está frente a la justicia americana", declaró Ángel M. Meléndez, agente especial del Departamento de Seguridad Nacional.

Lo inaudito en el rostro del capo. Para él es algo nuevo el trámite que otros narcos mexicanos han vivido: lidiar con los gringos en un confinamiento real. De ahí que Meléndez se mofara ante la prensa: existe tal nivel de seguridad en nuestra cárcel de Manhattan que "ningún túnel será construido en dirección a su baño".